La reciente ocupación estudiantil del emblemático colegio preuniversitario Nacional de Buenos Aires, más allá de lógicas adhesiones y rechazos que concitó, puso en la mesa entre otros puntos polémicos la utilización mediática de un problema disciplinario y el débil apego a reglas y normas que hoy se reproducen en ámbitos ilustrados y de clase media.
Las palabras autoridad, normas y reglas inquietaron muchas veces con justicia a chicos y jóvenes, y durante mucho tiempo también a sectores intelectuales que en largas épocas fueron perseguidos por "normas y reglas" elaboradas por "autoridades" de facto.
En esta oportunidad, mucha gente siguió con avidez el conflicto hasta comunicadores que no abordan frecuentemente el tema educativo, con el deleite de escuchar una dialéctica de alto vuelo con reflexiones, aserciones, acusaciones de estos jóvenes formados en la excelencia, más allá de si comprendían el nudo del conflicto.
El enojo y rechazo a una sanción disciplinaria, sea a través de amonestaciones o de colocar faltas, como hecho objetivo sucedió, sucede y seguirá ocurriendo en las escuelas secundarias del país, pero los estudiantes más allá de los enojos no hacen trascender la cuestión, tal vez por no contar con las herramientas de ser un estudiante del Nacional.
Durante la toma por las sanciones a los 12 estudiantes que concurrieron a la 33 marcha por la Noche de los Lápices sin autorización tal como es "reglamento" de la escuela, los estudiantes mezclaron conceptos de libertad, memoria, democracia, dictadura, autoritarismo y otros antagonismos con los apercibimientos que reglan las salidas y entradas en horarios de clase.
Como en cualquier otra escuela secundaria normal, los jóvenes hasta los 17 años son "menores" de edad, y por eso al comienzo del año se les pide por "norma" el permiso de los padres para concurrir a marchas o retirarse antes por otras cuestiones.
Más allá de que a esas edades se cuestionan muchas cosas del mundo, entre otras las imposiciones a reglamentos y normas, la utilización mediática del conflicto puso a las autoridades del colegio en un dilema disciplinario: Negociar bajo la toma sentaba un mal precedente entre los chicos y también levantar las sanciones generaba un mensaje contradictorio.
Las autoridades de la UBA, de quienes depende el Colegio, plantearon su postura y los recibieron recién tras la desocupación y limpieza de la escuela, sin deponer el apercibimiento. "Es inadmisible, no se puede negociar en medio de una toma que es una forma violenta de coartar el derecho a formarse y desplazarse a unos 2.000 estudiantes por parte de una minoría", sostuvo el secretario General de la Universidad Carlos Más Vélez.
"Estamos a favor de generar un nuevo espacio para expresarnos, para reflexionar sobre los modos de educarnos, para convocar a los padres a pensar juntos sobre temas de convivencia, aprendizaje, formación de sus hijos y enseñanza que sacamos del problema", afirmó por su parte la secretaria Académica de la UBA, Edith Litwin. El ministro de Educación, Alberto Sileoni, también acercó sus conceptos. "Los padres deben saber que lo que está haciendo la escuela es acompañarlos en la educación de sus hijos".
"Nos gusta que los jóvenes luchen por la memoria y vayan a actos que reivindiquen la memoria de toda la sociedad, pero me parece que no es lo que estamos discutiendo en este caso", resaltó para agregar "acá hay claramente un incumplimiento de la norma".
La semana próxima el Nacional recibirá durante tres días a los padres de todos los años y turnos en un nuevo espacio para seguramente ajustar algunos costados flojos respecto a la palabra de la autoridad y la normativa escolar.
(*) Agencia DYN