A toda marcha avanza la administración Kirchner. Como un toro enceguecido en las fiestas de San Fermín, el modelo "K" amenaza con llevarse años de esfuerzo, por atropello. A su paso, va echando mano en cuanta caja vea dinero disponible. El gobierno, en las últimos días, se hizo de una masa de recursos de los organismos descentralizados para poder atender el monumental gasto público.
Por un lado, asesta otro golpe a los excedentes de la ANSES, mientras le niega a los jubilados el 82 por ciento móvil y carga sobre las espaldas del organismo cada vez más planes de subsidios sociales.
Por otro lado, el Banco Central fue obligado a transferir al Tesoro unos 3.000 millones de pesos, provenientes de ganancias ficticias. Se trata de un mero cálculo contable mediante el cual, se toma como ganancia la revalorización de los títulos sin su realización, lo cual transforma a esa rentabilidad en expectativa hasta tanto se lleve adelante su realización. Aun resta por transferir, unos 19.000 millones de pesos hasta fin de año, para cubrir sus desaguisados.
Sin embargo, el gobierno tiene en la mira el sillón de Marcó del Pont quien a esta altura ya no cuenta con instrumentos para esterilizar la explosión monetaria y poco puede hacer para neutralizar la presión de la Casa Rosada para asfixiar el patrimonio neto de la entidad. Y el gobierno va por más. Hasta fin de año, el BCRA podría girar unos 8.000 millones de pesos en concepto de adelantos transitorios. Pero todo es cuestión de esperar hasta fin de septiembre cuando Marco del Pont culmine el actual mandato al frente del BCRA. Seguramente, y a partir de algunos cortocircuitos con los Kirchner, la autoridad monetaria será comandada por un "ultra K". Graciela Ciaganoto postula la Presidenta, mientras el ministro Amado Boudou -cada vez más resistido por Néstor Kirchner-, impulsa al hiper convertible, Guillermo Nielsen, ex-lavagnista y ex-embajador en Berlin.
El festival parece no tener fin. Mientras el modelo convalide la actual política cambiaria que en los hechos implica un seguro de cambio, para los que se apropian de los altos rendimientos de los títulos públicos, los excedentes de dólares de exportación serán absorbidos con mayor emisión. Se calcula que de continuar este ritmo, la expansión de la base monetaria alcanzará al 50 por ciento durante 2010, para lo cual habrá que contar con un soldado kirchnerista en el BCRA.
Va a ser difícil la absorción de esa masa monetaria a través de las LEBAC y NOBAC, en especial, cuando enfrentan una baja de tasas. Ante semejante panorama, Marco del Pont volvió a los claustros académicos y se convenció que todos los caminos conducían a una suba de tasas indirecta, mediante un aumento de los encajes.
En los hechos, esto implica enfriar el consumo de tecnología obsoleta a precios altísimos y pinchar la burbuja ilusoria que construye Kirchner de cara a sus planes para 2011. Todo debe ser felicidad en el reino kirchnerista, reza la liturgia oficial. Pero por más política que se quiera meter en el medio, la lógica económica va llevando al país a un destino inevitable y de no mediar una esterilizacion de fondos, el estallido inflacionario aguarda al final del camino. El destino del modelo.
Peor aún. Con un tipo de cambio anclado, la inflación será en dólares altísima y allí comenzarán a arreciar los efectos contra el nivel de empleo. En los comienzos, el modelo logró bajar el desempleo merced a los devastadores efectos de la devaluación. Ahora, el modelo hará explotar la inflación y el desempleo en medio de un año electoral. Con inflación y desempleo, habrá tensión social, y habrá que devaluar para volver las cosas a su cauce. Con devaluación, se intensifica la fuga de capitales y se corrigen los desvíos monetarios, al tiempo que se licua el gasto público. Pero hay más pobreza, miseria, marginalidad social y crimen. La lógica del modelo. Volver a empezar.
(*) Agencia DYN