"A Dios debe dolerle mucho el corazón" decía Vallejo. Le sobran motivos. También para reír (vaya panzazo que le dará el robot plagiador que intenta en Suiza pasarse al otro lado del Génesis). Pero estos días debe de estar cabrero. 2000 niños abusados por curas en Irlanda. 4.000 en Estados Unidos (y un solo clérigo, Murphy, a 200 niños sordomudos) Cientos en Italia, Austria, Suiza, Alemania. Al propio hermano de Benedicto le daba por practicar ternura infantil. La pregunta no es ¿qué piensa el Papa de ésto? sino ¿que piensa Dios del Papa? ¿Derecho de pernada con niños? El Papa no sabe, no responde. Un misil de verdad le ha dado en plena Pascua. El Vaticano responde como erizo a quienes tratan el tema y desestima críticas por venir de fuera. Hago la mía desde dentro. Provengo de familia dálmata. Tomé la primera comunión. Porté la amarilla bandera papal por aprender el catecismo de memoria. La fábula del sacrificado me fascinó. Suponía que me pasaba lo mismo que a él. No eran delirios. Era “la década infame” que producía Cristitos a montones. Será por eso que sigo viendo en él a la figura más significativa de la película del mundo. Seguí sus huellas donde pude. En museos del mundo, en Jerusalén, en su viaje hacia Isis (“El hombre que murió” de David Lawrence), en su regreso (“Cristo de nuevo crucificado” de Kazantzakis) y todo un mes, recorrí el itinerario de su biografía “oficial” en Tierra Santa.
Pese a la sobrada locura del mundo, Cristo (a mi entender) contiene una esperanza de sentido que abarca a todos. Y por eso puedo sentirme a veces judío, musulmán, budista, zen y (¿acaso él no dudó también?) también ateo. No encuentro monólogo humano más relevante que el suyo. Ni el de Hamlet, tan de todos. El de Cristo fluye en el instante clave del primer Jueves Santo. Duermen los apóstoles y él se hunde en el dilema de cumplir o no el programa de su padre espiritual. O se sacrifica por los demás. O abandona y se pierde por los caminos de Judea. Se juega y asume el rol sacrificial en una de las pluscuamperfectas propuestas hechas al hombre social. Fábula traicionada. Por un lado, da origen al más bello sueño occidental: verse en el otro como a uno mismo. Por el otro, quedar de rehén de un dogma que ayuda a los mercaderes a retomar el templo y actuando como poder político absoluto ser cómplice y ejecutor de barbaries hechas en su nombre y con la cruz de símbolo.
Aquel sacrificado y estos usurpadores coinciden todavía en fechas que siguen llamándose "santas" no se sabe bien por qué. En ellas, una estética lúgubre hipnotiza a muchos con el martirio del Gólgota. Cruces, látigos, puños, martillos, clavos y cuerpo machacado arman la postal infinita con la cual traicionan al Cristo del origen. Al del sacrificio por el otro. Que 2 mil años después se teatralice y simbolice la crucifixión prueba que el martirizado aún permanece en el cadalso original y que los responsables de que así sea siguen libres y con mucha prensa a favor. En tanto quienes esperan se cumpla su palabra deben conformarse con la reiteración visual de un espectáculo: el del Calvario. No hay más que eso. Cada año lo mismo. Les pasa con Cristo como con San Cayetano. Aun así, creen y van.
Esta semana la agenda sacra y los medios batieron el parche de la efeméride tratándolo como nota de color "que mejor no meterse". Casi nadie denunció el mercado creciente y el abuso del nazareno con parodias del Gólgota, desfile de "cristos" forzudos cargando cruces (forradas de oro: triple sic) de 125 kilos, y tanto más. Lo dieron como ceremonias "de hondo fervor" (?) En país declarado católico, 2.300.000 de bonaerenses vivieron más una Pascua de Vacación que una Pascua de Resurrección. En Uruguay, que celebra estos siete días como Semana de Turismo (y feriados) su feligresía católica (que la tiene) practicó sus ritos al modo austero de siempre. Los pobres carecen de un Parque Temático como el Tierra Santa de Costanera Norte, del que se "enorgullece" Buenos Aires. Sus "creadores" son tan sensibles a la cristiandad que aún hoy, (siendo que Cristo "resucitó" ayer sábado) representan crucifixiones “extras” a un “estimable publico" que paga 30 pesos si es adulto, 20 si viejo (sic) y 12, si chico. Gente incauta que por lo bajo se codea para obtener mejor lugar y por lo alto captan con celular al desocupado en taparrabos que cumple el turno de la hora quinta. Da pena (a mí, al menos) se violente tamaño arquetipo manteniéndolo en la cruz junto a cientos de millones que ruegan ser liberados de la cruz cotidiana que portan.
Gran parte de la feligresía mundial lo es por inercia, folklore o fidelidad al Cristo presunto o real del madero. Si el mercado llega a oler que el Apocalipsis da dividendos tendremos parques temáticos del Juicio Final. Puede que entonces se nos sincere al fin la información sobre cómo fue que sucedieron las cosas primeras (y también las últimas) de este mundo. Y si a Dios le afligía, divertía, enojaba o le dolía mucho el corazón.
(*) Especial para Perfil.com