POLITICA
Opinin

Distracciones de verano

Temporada de verano, tiempo de distracciones. Tal vez haya sido la estrategia elaborada por el oficialismo para que en este enero la gente preste menos atención a problemas reales y se entretenga con espejitos de colores.

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Temporada de verano, tiempo de distracciones. Tal vez esa haya sido la estrategia elaborada por el oficialismo para que en este tórrido enero la gente preste menos atención a los problemas reales y se entretenga con espejitos de colores.


Sin embargo, es muy improbable que los ciudadanos se dejen atrapar en las redes de noticias supuestamente impactantes y olviden que en horas más tendrán que sacar mucha más plata de sus delgados bolsillos para viajar, para estar al día con los servicios, para afrontar las necesidades de la vida cotidiana.

Desde la Casa Rosada alguien debe haber imaginado que las maniobras de distracción surtirían efecto.
La presidenta Cristina Kirchner, afectada por una súbita descompensación que generó al mismo tiempo preocupación y dudas, iba a anunciar medidas para mejorar la crítica situación del campo, sector con el que no cesa el conflicto que más dañó su administración, y estaba por realizar de una vez por todas el otras veces postergado y complejo viaje a Cuba.
Ninguna de las dos actividades programadas las pudo cumplir tras haber sufrido, según las versiones oficiales, una lipotimia que desnudó, afirman sus médicos, el precio que paga la mandataria por su excesiva actividad. Sin embargo en la semana que pasó el área clave de Planificación Federal a cargo del eterno ministro Julio de Vido anunció varios zarpazos a la crítica situación económica de millones de argentinos.

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El fuerte aumento en las tarifas de todos los transportes públicos, que siguen a los menos promocionados incrementos en los servicios públicos, es otro golpe a los bolsillos de la clase media y baja. Una vez más, con las medidas económicas kirchneristas los que se salvan son los sectores más pudientes, que no usan colectivo, ni tren ni subterráneo, y a los que poco les preocupa que la luz, el gas, la televisión por cable, o que los sistemas de medicina aumenten en forma encubierta.

El verano agobiante que se viene padeciendo desde octubre, sumado a los padecimientos que genera una incomprensible prolongación del horario diurno, que lejos de generar ahorros en luz provoca incrementos en el consumo por más encendidos de equipos de aire acondicionado, no se presenta nada favorable para la gente común.

Los balnearios de la costa atlántica, los que son frecuentados precisamente por las clases de menores recursos, acusaron fuertes caídas en ocupación y reservas. A muchos ya el sueldo no les alcanza para ir al menos una semana de vacaciones.

Es que como decía el fundador del justicialismo, Juan Domingo Perón, todavía hoy los sueldos suben por la escalera y los precios por el ascensor.

Pero pareciera que a nivel gubernamental esa no fuera ninguna preocupación, y en cambio sí lo sería la aparición en la constelación política de nuevos potenciales candidatos para supuestamente hacerle sombra a la figura de Cristina Kirchner, que bastante sombra tiene ya proyectada por su propio esposo y antecesor, Néstor Kirchner.

La presunta irrupción en el "mercado" de candidatos de Carlos Reutemann sonó mucho más a maniobra de distracción que a una posible movida dentro del paupérrimo tablero de ajedrez político argentino.

Su presunto lanzamiento a la candidatura presidencial del 2011, que el propio senador santafesino trató de relativizar aunque con muy poco entusiasmo, llenó las páginas de los diarios de la semana que pasó, en una pretendida iniciación de una polémica que pudiera entretener a la ciudadanía, pero a ninguna de las personas reales la supuesta novedad le movió un grado en el amperímetro.
Son otras y muy diferentes las preocupaciones de los argentinos.

La sequía, por ejemplo, un fenómeno meteorológico que sumó más castigos a las penurias de los hombres del campo, que de la noche a la mañana vieron cómo de ricos y prósperos caían a la categoría de cuasi piqueteros.

Las medidas de supuesto incentivo para el campo se desgranan en cuentagotas, pero a la postre son recibidas por los presuntos beneficiarios poco menos que como burlas.

Los supuestos aumentos en jubilaciones y en salarios esperan sin el derecho de los justos, mientras que el zarpazo del gobierno a la AFIP, colocando al frente de tan crítico organismo a una persona de su íntima confianza y asegurada obediencia, preanuncia desaguisados de graves consecuencias como los que se vienen verificando desde hace mucho tiempo en el INDEC.

Los rimbombantes anuncios de estímulos al consumo mediante presuntos planes de préstamos y cuotas beneficiosos parecen ya un chiste de mal gusto: hubo un alto funcionario que en la semana que pasó, para dar pruebas del éxito de los sistemas, llegó a decir que "ya se entregó un auto en La Plata" del plan de venta de cien mil unidades. Uno solo.

Nadie en los lugares turísticos pudo aprovechar los supuestos beneficios del plan de incentivo para vacacionar anunciado por la presidenta Cristina Kirchner.

En fin, la interminable lista de planes hechos por la primera mandataria antes de su primer lipotimia fueron más espejitos de colores para llenar espacios en los medios de comunicación que intenciones serias de sacar del pozo a muchos argentinos que no tienen ni fe ni esperanza.

Desde el oficialismo y la oposición, intentan entretener a la gente con supuestas candidaturas, que para el común de los argentinos no son otra cosa que más de lo mismo, lo que explica el escepticismo y la indiferencia con que aprehenden las supuestas novedades lanzadas desde el ruedo partidario.

Mientras tanto el mundo se debate en crisis gravísimas, verdaderas y tangibles. Las debacle financiera global ataca a la Argentina más de lo que el Gobierno esperaba o deseaba. El fantasma de los despidos y de un recrudecimiento del desempleo acecha a la vuelta de la esquina.

El mundo también observa con horror el recrudecimiento del conflicto en Medio Oriente sin alcanzar a entender cuál fue la causa de la decisión de Israel de iniciar la violenta ofensiva contra el sector palestino asentado en Gaza, justo en un momento en que el Planeta se debate entre la supervivencia y la caída en una crisis económica que sumergió ya a millones de almas en la pobreza y la desesperanza.