En un reportaje al diario Tiempo Argentino, el domingo pasado, la titular de las Madres de Plaza de Mayo criticó a los vecinos de la ciudad de Buenos Aires que protestan por no tener luz pues “tienen el freezer lleno de comida”. Sin embargo, la Fundación que preside Hebe de Bonafini durante años no pagó el servicio eléctrico en sus instalaciones ubicadas en la calle Hipólito Yrigoyen al 1500 como tampoco en la Universidad Popular que, a fines de diciembre del año pasado, el gobierno nacional anunció que presentaría un proyecto para estatizarla en el Congreso Nacional.
“Nunca pagamos la luz”, recuerda uno de los empleados administrativos de la Fundación que fue despedido a comienzos de 2011. El hombre que se desempeñaba en el departamento de Compras de la institución ignora si la irregular situación continúa actualmente. “Desde el 2005 hasta el año en que estuve, jamás le pagamos un centavo a Edesur” explica la fuente, quien recuerda que, en aquel entonces, la Fundación estaba conformada por las oficinas de Sueños Compartidos, la planta principal, dos pisos, la Universidad, el bar, la biblioteca y librería, más la calesita para los chicos ubicada en la Plaza de los Dos Congresos. “El mayor gasto de energía lo generaba la calesita” recuerda el ex empleado. La historia fue corroborada por dos importantes directivos de la Fundación y un funcionario nacional. Nadie quiere mencionar su nombre por temor a represalias de la titular de las Madres quien, tras algunos altibajos, estaría pasando uno de los mejores momentos en su relación personal con la Presidenta de la Nación.
“Me reuní con Sergio Schoklender para darle legalidad a la radio de las Madres pero ellos nunca quisieron regularizar la situación” recuerda el ex titular del COMFER, Julio Bárbaro, en mi libro “El negocio de los Derechos humanos”. En una entrevista realizada para la misma obra, el ex director de la emisora, Pedro Lanteri sintetizaba la relación de la Fundación con el gobierno nacional de la siguiente manera: “No seremos legales pero somos legítimos”. De hecho, en la radio auspiciaba la AFIP, presidida por Ricardo Echegaray, a pesar de que la institución no cumplía con el pago de impuestos correspondientes. No sólo la Fundación no pagaba la luz, ni la radio cumplía con las obligaciones del resto de las emisoras con el COMFER –actualmente AFSCA- sino que la Universidad entregaba títulos reconocidos oficialmente por el Ministerio de Educación. La propia Hebe, en la citada entrevista en Tiempo Argentino, afirma que la legalidad de la Universidad Popular nunca estuvo del todo clara.
Se encendió la lamparita. En mayo del 2011, Pedro Lanteri recordaba, entre risas y con orgullo, el día en que inspectores del gobierno de la ciudad ingresaron a las instalaciones de la Fundación para pedir los papeles que certificaran que el bar de las Madres estaba habilitado como correspondía. “Hebe los recibió, agarró un papel y firmó que ella autorizaba, en ese mismo momento, el funcionamiento de la Fundación”. Los inspectores, enviados durante los primeros meses del primer gobierno de Mauricio Macri, se fueron sorprendidos y nunca más regresaron. “El papel con la firma de Hebe lo encuadramos y está colgado en una de las paredes de la Fundación. Es un bello recuerdo” sentenciaba Lanteri. Actualmente, tanto la radio como el bar de las Madres, lo dirige el ex productor radial de Víctor Hugo Morales, Daniel Narezo.
Tras “arreglar” con los inspectores, mediante la gestión de Bonafini con el gobierno nacional, la gestión que realizó Sergio Gandolfo, ex director de la Fundación durante un breve período tras la salida de Sergio Schoklender, fue convencer al consorcio del edificio lindante para que un electricista especializado realizase la operación para “colgarse de los postes de luz”. “Llamen al uruguayo” fue la orden que reprodujo la fuente reservada, según señala, dada por la propia Bonafini. El uruguayo era Juan de los Santos, un hombre con conocimientos técnicos y experiencia en la materia gracias a sus contactos en Edesur. La suma total de los gastos en electricidad que la Fundación ahorró en ocho años es incalculable. Dos dueños de calesitas de la Capital Federal, aseguran que el motor del entretenimiento infantil demanda un importante gasto de energía que, sumado a la escasa demanda actual, ha convertido al negocio en deficitario. No es el caso de la calesita de la Fundación. Mientras Bonafini critica a los que se animan a criticar al gobierno nacional por no tener luz, durante años, su Fundación, se colgó de los postes de luz.
(*) Autor de "El negocio de los Derechos Humanos".