Cristina inauguró ayer una maternidad en Moreno junto a sus candidatos. Frente al micrófono fue elocuente: “Recién, cuando me mandaban los escarpines, la mantita, el gorrito, el conjuntito, pensaba: qué afortunada pese a todas las cosas que me han pasado y la pérdida de mi compañero de toda la vida. Qué afortunada que soy de poder tener a mi nieto en los brazos”.
La referencia a la llegada de Néstor Iván a la vida de la Presidenta supone un cambio en su vida cotidiana. Ahora bien, ¿podría tener consecuencias en la campaña? ¿Qué aspectos personales y políticos se verían afectados?
“Primero hay que ver hasta qué punto va a tener presencia su nieto en su discurso. Este tipo de situaciones siempre tienen un valor residual positivo: tienden a humanizar a la persona, siempre que uno se muestra en un rol afectivo. Ni siquiera pensándolo como estrategia sino como algo que surge naturalmente”, opina Federico González, consultor en marketing político, en diálogo con PERFIL. De todas formas, no cree que “tenga demasiada incidencia como para un cambio profundo”.
En esta línea, el filósofo Dante Palma apuntó: “Es un tema muy importante que emocionalmente la va a afectar, pero suponer que esa circunstancia puede derivar en un cambio de política o cambios en el electorado es desproporcionado”. Palma, columnista de 678 y profesor universitario, agregó: “No creo que afecte demasiado la campaña ni que logre modificar mucho los números. Suponer que hay una relación directa entre estado emocional y políticas públicas no es correcto, es subestimar al electorado”.
En este sentido, Gónzalez trazó un paralelismo con respecto al impacto que provocó la muerte de Néstor Kirchner: “A diferencia de esa situación, que sirvió para cambiar lo negativo a positivo, y que permite explicar parte del 54%, este fenómeno de ser abuela siquiera está cerca”.
El médico psiquiatra y psicoterapeuta Walter Ghedin explicó que “la presencia de un afecto tan fuerte hace que uno se vuelva más humano; seguramente, Cristina recupere vitalidad y ganas de vivir”. Y añadió: “Tras la muerte de Kirchner, puede que ser abuela la reconcilie de nuevo con la vida y los afectos y, a la vez, va a aparecer la necesidad de desarrollar un rol afectivo con su nieto. Si capitaliza esto positivamente, puede influir muy bien en su temperamento”.
“El abuelazgo requiere una interacción: sacar a pasear a su nieto, consentirlo o ser más flexible que sus padres, y esto se genera cuerpo a cuerpo. Habrá que ver si su nieto está lejos, cómo se da esta interacción”, comentó Ghedin.
“Incluso esto podría influir en su futuro político ya que la presencia de un nieto es una prioridad afectiva que, si ella lo considera así, quizá quiera disfrutar de su nuevo rol y de una vida dejando de lado el día a día de la responsabilidad política”, proyectó el psicoterapeuta.