El bloqueo que en la madrugada del domingo 27 de marzo impidió la salida de Clarín dividió las aguas. Para el gobierno, se trató de la consecuencia de un conficto gremial entre la conducción de la empresa y un grupo de trabajadores que reclamaban por sus derechos. Para Clarín, en cambio, ese conflicto no existe y lo ocurrido sólo puede leerse como un ataque a la libertad de expresión.
En un punto Clarín tiene razón: el hecho de que un diario no llegue a sus lectores es algo grave, condenado por la Constitución Nacional. Pero la gravedad de lo ocurrido, que está fuera de toda
discusión incluso para los oficialistas menos fanáticos, no alcanza para tapar y menos borrar un largo conflicto laboral de Clarín con una parte de sus trabajadores.
El multimedios informó que el conflicto no existe y no contó que quienes encabezaron el bloqueo de la planta impresora son delegados gremiales suspendidos por la empresa en 2004, después de una protesta que llevaron a cabo en las instalaciones de ARG (Artes Gráficas Rioplatenses), compañía que pertenece al Grupo Clarín.
La cara más visible de los delegados es Luis Siri, vocal de la Federación Gráfica Bonaerense, cercana a Hugo Moyano. Sin embargo, aunque las imágenes mostraron a un grupo de personas que llegaron cerca de la 1 de la madrugada a la puerta de la planta con remeras de la CGT, los gremialistas niegan todo vínculo con el líder sindical.
Lo insólito es que los delegados no admiten algo que incluso las imágenes del bloqueo a Clarín dejan en evidencia: la intervención de Moyano. Dos horas después de que comenzara la medida de fuerza, se escuchó el clásico cántico que anuncia que “si lo tocan a Moyano, qué quilombo se va a armar”. Es más, también acudieron jóvenes con camperas del Sindicato Único de Trabajadores de Peajes (SUTPA), comandado por Facundo Moyano, el hijo. Tuvieron el recaudo –insuficiente– de ponerse las camperas al revés para ocultar su pertenencia, pero igual quedaron registrados en las instantáneas que a falta de fotógrafos sacaron los propios periodistas del diario con sus celulares.
¿Por qué los delegados, el moyanismo y el propio Gobierno se pusieron de acuerdo en negar que la tropa del camionero tuviera algo que ver con el bloqueo? La respuesta parece obvia: ocultar el hecho de que el kirchnerismo y el jefe de la CGT habían fogoneado y aprovechado en su beneficio un conflicto que tuvo origen gremial y que luego sirvió para castigar al enemigo jurado de estos últimos años, Clarín.
La amplia difusión que la prensa oficialista le dio a la causa de los delegados incluso antes de que la medida de fuerza se llevara a cabo también explicita que ellos contaban con “banca” oficial: hace un mes aparecieron en la portada de la revista Veintitrés, del ultrakirchnerista Sergio Szpolski, y en los últimos días se pasearon por el estudio de “6, 7, 8” y el programa radial de Víctor Hugo Morales, desde
donde incluso habían anticipado el bloqueo diez días antes.