(...) Funcionarios nacionales intentaron durante los primeros meses de gestión encontrar un vínculo de contacto con el fundador de la revista. Le hacían llegar el siguiente mensaje: “Normalicemos la relación y reconsideremos el otorgamiento de avisos oficiales”. Jorge Fontevecchia respondía que no había nada que normalizar, ya que lo normal para una revista como NOTICIAS es seguir siendo siempre crítica del poder de turno.
Pero los intentos continuaron y los emisarios también. Un día Jorge Fontevecchia recibió el llamado del empresario Carlos Ávila, por quien Fontevecchia sentía una estima personal. Para su sorpresa, Ávila le trasladó el ofrecimiento del Gobierno con el que el entonces propietario del canal América y accionista de Ámbito Financiero y de Torneos y Competencias, mantenía relaciones cordiales: publicidad oficial a cambio de que NOTICIAS dejara de criticar.
Fontevecchia le explicó: “Carlos, entiendo la situación de vulnerabilidad en que se encuentran los medios que dependen mayoritaria o exclusivamente de la publicidad del Estado, pero los lectores de la revista pagan un precio de tapa alto para recibir y sostener un medio de información independiente”.
El encuentro es reconocido de esta manera por Carlos Ávila, quien recordó que él era socio del entonces secretario de Medios, Enrique Pepe Albistur, en el negocio de las carteleras de avisos en la vía pública de la ciudad de Buenos Aires: “Debido a mi amistad con él, Albistur me preguntó cuál era mi relación con Fontevecchia. Le dije que muy buena. Y me preguntó si sabía cuál era el objetivo de Jorge de ser tan crítico con el Gobierno nacional y si podía haber alguna relación para charlar el motivo de esa política. En un desayuno con Fontevecchia se lo pregunté y me respondió una cosa muy seria: que lo que más él cuida es ser creíble y totalmente independiente. No depende de ninguna concesión, no depende de ninguna licencia, no tiene acciones en ninguna papelera nacional, y que eso es lo que le permite ser absolutamente libre. Me dijo que no estaba dispuesto a recibir páginas de publicidad a cambio de resignar la independencia, que sus lectores pagan un precio de tapa para que los informe. Yo transmití eso al Gobierno y la cosa quedó ahí.”
No era la primera ni sería la última vez que se escucharían ese tipo de ofertas, suerte de sobornos con dinero ajeno, malversación de fondos públicos sin juicio ni castigo (...).