Pinamar amaneció sin playas. Como si los Reyes Magos a su paso por esta ciudad se hubieran robado la costa y dejado como regalo a los veraneantes un fuerte viento del sudeste que llegó a los 35 km/h.
“Es un fenómeno que se produce seguido, pero la gente nunca lo ve porque se da de noche. Y ahora lo están viendo por eso se ponen nerviosos. Técnicamente el nivel del mar sube y baja alternativamente dos veces al día, ahora estamos en una suba fuerte pero nada del otro mudo. Ya va a pasar”, dice optimista una de los guarda vidas del balneario Cabo Blanco.
La cabina desde donde vigila a los bañistas ya fue cercada por el agua. Y desde allí arriba, con los brazos cruzados, observa si alguien se le anima al mar picado. A su lado, flamea una bandera roja y negra que no invita a zambullirse.
No obstante la tranquilidad que ofrece el guardacostas, la ciudad de Pinamar tuvo que reacomodar su agenda. Para esta noche a las 20.30 en Avenida Bunge y Playa estaba prevista la ceremonia de inauguración oficial de la temporada estival, con fuegos artificiales y un show en vivo del músico cubano Ibrahim Ferrer Jr. Pero las autoridades locales decidieron reprogramar el evento de “bendición de aguas” para el domingo 10, cuando la costa haya recuperado su paisaje tradicional.
Los pocos que se animaron esta mañana a hacerle frente al viento se refugiaron detrás de las carpas, que fueron recogidas y no pudieron ser habilitadas, y extendieron sus reposeras dándole la espalda al mar. Algunos intentaban leer el diario, otros desplegar una esterilla. Los más audaces tomaban sol sujetando el sombrero con la mano.
Todos fracasaron en el intento. El protagonista más silencioso del verano llegó para quedarse.
(*) Especial para Perfil.com