El reciente robo del reloj de Manuel Belgrano del Museo Histórico Nacional tiene un antecedente por muchos desconocido, que está íntimamente ligado a las distintas formas que eligió el peronismo para resistir las persecuciones y el exilio de Juan Domingo Perón en España.
Hace cuarenta y cuatro años, un grupo de militantes de la Juventud Peronista (JP) decidió robar el sable corvo del general José de San Martín, para dar un golpe de efecto al régimen militar de entonces. “El objetivo era demostrar que el peronismo seguía vivo en las calles”, evoca hoy Alejandro Tarruella, autor de “Historias secretas del peronismo. Los capítulos olvidados del Movimiento”.
En aquel 1963, el triunvirato que conducía la JP (Envar El Kadri, Jorge Rulli y Héctor Spina) resolvió que la operación iba a estar en manos de Osvaldo Agosto, el chofer, otro militante, el ex policía Manuel Félix Gallardo, Alcides Bonaldi y Luis Sansoulet.
La fecha fue el 12 de agosto. El museo cerraba a las 19.30 y sólo quedaban en su interior un empleado y un custodio, por lo que los militantes se hicieron pasar por estudiantes secundarios para ingresar fuera de horario y reducirlos con facilidad.
El sable quedó en custodia de Agosto y luego fue entregado a Aníbal Demarco, que en 1974 sería ministro de Bienestar Social del gobierno de Isabel Perón. Estaba previsto que éste lo ocultara para luego enviárselo a Perón, en Madrid.
El segundo paso del plan sería la recuperación de una de las banderas que los franceses tomaron en la batalla de Vuelta de Obligado, que se encontraba en el Hotel des Invalides, en París (hecho que finalmente no se llevó a cabo por enfrentamientos internos del grupo), y la realización de una invasión simbólica a las Islas Malvinas, que luego llevó a cabo el grupo de Dardo Cabo (Plan Cóndor).
Mano dura. “Apenas trascendió la noticia – relata Tarruella - la policía se movió vertiginosamente buscando a los responsables. La temible Brigada de San Martín de la bonaerense, responsable del crimen y la desaparición de Felipe Vallese, intervenía una vez más fuera de la ley y entraba en la Capital bajo la mirada ausente de la Federal”
Enseguida, la JP emitió un primer comunicado en el que exigió una ruptura con el FMI e hizo del hecho un acto de fe: “Desde hoy, el sable de San Lorenzo y Maipú quedará custodiado por la juventud argentina, representada por la Juventud Peronista”.
El 12 de octubre, ya con Arturo Illia como presidente, difundieron un segundo comunicado en el que ampliaban sus demandas, exigiendo la liberación de los presos políticos, la devolución del cadáver de Evita, el retorno de Perón y el castigo para los asesinos de Vallese. La respuesta no se hizo esperar: la Brigada de San Martín secuestró ilegalmente a Osvaldo Agosto y a Manuel Félix Gallardo. “Tenía una sensación extraña que me llevaba a pensar, mientras me golpeaban, que no me iban a matar, tal vez por eso no tenía miedo de que me mataran. Creo que en esos días aprendí a perdonar a quien `cantaba` por ser torturado y apremiado por el dolor y el terror”, relata Agosto en “Historias secretas del peronismo” (Sudamericana).
Poco después, Demarco se puso en contacto con el capitán Phillipeaux y ambos acordaron la devolución del sable para bajar la tensión y el acoso policial a los peronistas. La Juventud Peronista emitió un nuevo comunicado en el que calificó a Demarco como un "traidor".
Años después, en 1969, cuando Osvaldo Agosto fue a Madrid a entrevistarse con Juan Domingo Perón se produjo el siguiente diálogo:
- Agosto, yo lo esperé mucho tiempo creyendo que usted vendría a Madrid a traerme el sable
- Ésa era la idea, general, pero tuvimos algunos inconvenientes: compañeros detenidos, otros bajo la persecución de la policía…
- Estoy enterado, Agosto, sé que lo detuvieron y lo golpearon mucho, es parte de la lucha y usted ha sabido cumplir.