En 2004, el proyecto político de Kirchner era la Transversalidad y se fotografiaba entonces con Binner, Juez e Ibarra en la Casa Rosada.
Este proyecto se fue abandonando gradualmente y las necesidades políticas llevaron al Presidente a respaldarse en las estructuras del peronismo.
Frente a la elección presidencial de 2007 se lanza la Concertación Plural, en la cual el llamado Radicalismo-K -a través de la presencia de Cobos como segundo en la fórmula- adquirió un espacio relevante, aunque en la campaña no fuera tan así.
Pero en el gobierno de Cristina, dos causas fueron diluyendo esta Concertación: la primera es la prioridad que Kirchner ha puesto en la reorganización del peronismo, cuya Presidencia asume, y la segunda es la dinámica de la crisis con el agro, que ha llevado al gobierno a apoyarse en los intendentes del conurbano, los sindicatos y los piqueteros oficialistas, tanto por su capacidad de movilización como por su fuerza de choque en las calles.
En la concentración realizada por Cristina en la Plaza de Mayo, no hubo movilización del Radicalismo-K.
Los gobernadores y los intendentes de esta expresión política, en general, pertenecen a distritos con fuerte presencia rural.
Esto sumado a la desatención que creen tener por parte del gobierno nacional, más la posibilidad de retornar al tronco del viejo partido que su actual conducción está ofreciendo, convergen para agrietar la permanencia del radicalismo oficialista en la coalición de gobierno.
Es en este marco que la ruptura del gobernador de Catamarca con el oficialismo es el primer síntoma de un fenómeno general más amplio.
Pero al igual que sucede con el peronismo, todavía el kirchnerismo controla los resortes del poder y para quienes gobiernan a nivel provincial y municipal, puede resultar peligrosa y prematura una confrontación abierta.
*Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
