El Gobierno busca alcanzar un acuerdo con la CGT oficial para contener la inflación, negocia un atraso de paritarias de entre dos y tres meses y el adelanto a cuenta de futuros aumentos de una suma fija que podría anunciarse tras un decreto presidencial. Las subas salariales estarían entre el 28 y el 30 por ciento. Por eso, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner negocia con Antonio Caló, titular de la CGT oficial, un pacto “anti-rodrigazo” que contará con un factor inesperado: una virtual bendición del Papa Francisco.
La foto con el Papa no es estrictamente parte del paquete, pero tampoco podría ser más oportuna para la mandataria. El Gobierno caerá en una audiencia papal como “peludo de regalo” y logrará la foto tripartita que sintetiza el acuerdo que busca. Guy Ryder, el director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), le encomendó al sindicalista de la construcción Gerardo Martínez lograr que el Papa inaugure la asamblea anual del organismo en Ginebra, a mediados de año.
Cuando la CGT oficial visitó a Francisco en el Vaticano, Martínez –habitué de Ginebra por ser el representante de la central obrera en la OIT– comenzó a gestionar la invitación. Cuando todo estaba en marcha, el Gobierno se subió a la ola.
La audiencia de fines de febrero, que podría ser el 19, habría sido convocada por el propio Bergoglio, como antesala a su posible visita a la OIT. Participarán el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, Martínez, Héctor Méndez, titular de la Unión Industrial Argentina (UIA) y el abogado Daniel Funes de Rioja –representante de la UIA en la OIT–, y podría sumarse Caló.
El factor Francisco pesa en los gremios. En diciembre, el Pontífice les pidió la “unidad”. “Algunos la entendieron más allá de la unidad del movimiento obrero, más en el marco del diálogo intersectorial”, confió una fuente de ese encuentro a PERFIL. El primero en interpretarlo así fue el Gobierno, tres meses más tarde, y con la premura de una escalada inflacionaria en plena negociación de salarios.
La Presidenta se volverá a ver con Caló el jueves para terminar de cerrar el acuerdo. El miércoles por la noche en una reunión a solas, le pidió a Caló no discutir “por los medios” sobre salarios e inflación. Un día antes, lo retó en un acto en la Casa Rosada por decir que “a la que gente no le alcanza para comer”. Tras la crítica, Caló pidió hablar “urgente” con Cristina. Al día siguiente, el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, llamó al dirigente metalúrgico para pedirle que se dirija a la Quinta de Olivos.
La Presidenta y Caló tenían planeado un encuentro para el jueves, que se adelantó 24 horas por el malestar de la CGT ante la actitud de Cristina. En el encuentro en Olivos, la mandataria intentó apaciguar.
—Cristina, yo tengo compañeros que ganan 4.200 pesos.
—¿Vos tenés compañeros que ganan 4.200 pesos?, –le respondió sorprendida la mandataria.
El jueves, Caló llegó a una reunión con sus colegas cegetistas. Los gremialistas no están de acuerdo con las medidas del equipo económico del Gobierno, pero ven a la Presidenta convencida de esas decisiones. Cristina no quiere que los gremios hablen de porcentajes, sino de sumas fijas.
La CGT acordó enviar un mensaje que baje las expectativas y evitar lo que definen como “ser responsables de un rodrigazo”. “No queremos que nos pase como a Lorenzo Miguel, salir de la Casa Rosada con un alto porcentaje en la mano y que al otro día la inflación se lo coma”, confió un miembro de la central.