El Gobierno celebró como un gol propio la reaparición de Cristina Kirchner. En un contexto de ajuste, inflación alta y despidos, el oficialismo apuesta a ganar aire a partir del contraste entre Mauricio Macri y la ex presidenta. Encuestas en mano, la mesa política del PRO analiza que reactivar la (vieja) polarización con el kirchnerismo sirve para diluir a Sergio Massa, un aliado-adversario del que desconfían. Y si bien el crecimiento de CFK podría resultar un riesgo, los macristas retrucan que el FpV ya no cuenta con caja ni estructura propias.
Cuando el juez Claudio Bonadio citó a Cristina Kirchner por una causa intrincada como la de dólar futuro, la reacción PRO fue bajar las expectativas: hasta Federico Pinedo, uno de los denunciantes, la desligó. El peligro de acorralarla judicialmente era victimizarla: el kirchnerismo siempre golpeó mejor cuando iba en retroceso.
Tras la reaparición pública de CFK, incluida una inesperada y muy activa agenda de reuniones y actos, el macrismo optó por mirarle el lado positivo. “Se había naturalizado que el kirchnerismo ya pasó. Esto le recuerda al tercio de la sociedad que fluctúa, y que suele inclinarse por Massa, cuál es la mejor alternativa”, opina un viceministro del grupo político del Gobierno.
Las encuestas de opinión parecen alentar ese diagnóstico. Según Ibarómetro, ocho de cada diez oficialistas hacen un balance negativo del ciclo kirchnerista. El informe nacional, hecho sobre 1.200 casos, revela que macrismo y kirchnerismo son las identidades políticas más convocantes (suman el 60% de las simpatías), mientras el massismo viene a la baja: descendió de 14% en diciembre pasado a menos de 9% en la actualidad.
Para Isonomía, la consultora que suele trabajar para el Gobierno, la conclusión es muy parecida: casi la mitad del universo que apoya a Macri lo hace “porque representa un cambio al kirchnerismo”, antes que por una valoración positiva de la gestión oficial. Así, aunque por la negativa, la vuelta de CFK reforzó cierta adhesión social al macrismo.
En adelante, macrismo y kirchnerismo jugarán una carrera de guiños hacia el PJ: mientras CFK intenta ordenar las tribus peronistas, el macrismo opta por cooptar y dividir. “Se quedaron sin caja”, afirma un funcionario para restarle riesgo a la polarización.
Macri viene de una sucesión de fotos con los gobernadores peronistas Gildo Insfrán (Formosa), Domingo Peppo (Chaco) y Gustavo Bordet (Entre Ríos), entre otros. Y por detrás, el dúo Rogelio Frigerio (ministro del Interior) y el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, amasa la relación con diputados, intendentes y gobernadores.
La posibilidad de que el massismo se diluya, tras la reaparición de Cristina, también resulta un dato alentador para los armadores del PRO, quienes le atribuyen falta de códigos al tigrense. El macrismo incluso alentó la división del FR, ante el proyecto de ley para frenar despidos.
El optimismo se modera de un golpe cuando se menciona la inflación: en Casa Rosada saben que para capitalizar la confrontación con una Cristina algo debilitada necesitan controlar la suba de precios.
Los números.
-En el Gobierno manejan encuestas que les permiten ser optimistas respecto de la polarización con Cristina Kirchner.
-Una encuesta nacional de Ibarómetro indica que ocho de cada diez oficialistas hacen un balance negativo del ciclo kirchnerista.
-Para Isonomía, casi la mitad del universo que apoya a Macri lo hace “porque representa un cambio al kirchnerismo”.