POLITICA
balance de la gira a estados unidos

El Gobierno, de los elogios en el exterior a los conflictos domésticos

Macri y sus principales ministros se sorprenden frente al contraste entre el entusiasmo que reciben del extranjero y las críticas locales.

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Desembarco. Mauricio Macri visitó ayer el rompehielos Almirante Irízar, que volverá a navegar. Más temprano, estuvo en un centro de jubilados de Pilar. | Cedoc Perfil

El balance del encuentro estaba casi prescrito. La enorme desigualdad entre el poder, la agenda y los intereses de ambos países también eran datos conocidos de antemano. Tal como señaló Donald Trump con cierto desdén, Estados Unidos mira hacia Corea del Norte; y la Argentina se enfoca en la exportación de limones. A pesar de esa brecha, Trump le dio un claro respaldo a Mauricio Macri, a quien conoce desde hace más de 25 años. Desde el gobierno agregaron inmediatamente el guiño, tanto el de Trump como el de empresarios, congresales y think tanks estadounidenses, a la larga lista de apoyos provenientes del establishment político y económico internacional. Señales que, por ahora, no terminan de exceder los límites de la retórica.

Nos fue excelente, y no sólo en la Casa Blanca. Hay mucho interés por la Argentina”, concluye uno de los funcionarios que acompañó a Macri durante la gira y el almuerzo con Trump. En Casa Rosada repiten que el balance positivo de la gira por Estados Unidos fue bastante más allá de los gestos de Trump.

Sobre el rumbo de la bilateral, el dirigente macrista aclara que “trabajamos para tener una relación inteligente de largo plazo y con beneficios mutuos”. La frase intenta espantar los fantasmas de una vuelta al esquema de subordinación de los noventa, conocido como relaciones carnales.

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Viejos conocidos de su vida previa como empresarios, los elogios del republicano a Macri superaron las expectativas del propio equipo presidencial. “Me siento muy cómodo respaldándolo. Porque sé a quién estoy respaldando”, le dijo el jueves pasado Trump a Clarín. Si bien esperaban un recibimiento amable, al calor de cierta afinidad ideológica y críticas comunes al gobierno de Venezuela, los asesores macristas se mantuvieron cautelosos hasta último minuto. Temían lo que nunca ocurrió: algún exabrupto o una salida imprevisible de Trump.

Al igual que tras otras giras y reuniones con líderes extranjeros, como los últimos cara a cara de Macri con los reyes de Holanda y el presidente español Mariano Rajoy, en Casa Rosada existe una sensación ambivalente. El Presidente y sus principales ministros se sorprenden por el contraste que perciben entre el entusiasmo externo y las críticas locales.

Ese choque de miradas se coló ayer en uno de los actos que protagonizó Macri, al punto de hacerlo pasar un momento incómodo.

“A cada lugar que fui, no sólo con Trump, en todos lados, lo que recibí fueron muchas muestras de afecto y felicitaciones por lo que hemos hecho en este año y medio”, subrayó ayer Macri. A las pocas horas de haber llegado en un vuelo privado con Juliana Awada, paso previo por la Quinta de Olivos, el Presidente fue al centro de jubilados Santa Rosa de Lima, ubicado en la localidad bonaerense de Pilar.

Ahí, junto al director de la Anses, Emilio Basavilbaso, desplegó su versión más histriónica y optimista. “Todos me dijeron: ‘queremos acompañar a la Argentina, creemos en Argentina’,” comentó sobre su viaje. Y a su vez anticipó que se terminarán las trabas para ciertas exportaciones a Estados Unidos. “Van a arreglar lo de los limones”, prometió frente a un grupo de jubilados. Algo que desde el Gobierno anoche daban por descontado.

En el centro de Pilar, sin embargo, se filtró un grito crítico contra el Gobierno en pleno acto. Y un par de horas después, se repitió la escena en Puerto Madero. Durante la visita del Presidente al rompehielos Almirante Irízar, buque recientemente reconstruido y modernizado, un operario le reclamó: “¡No hay trabajo, Macri!”. Sucedió mientras el Presidente saludaba muy sonriente a los comandantes del Irízar.