El Gobierno no quiere dar la más mínima señal de debilidad. Con tal objetivo, mantendrá a Juan José Aranguren en su cargo, pese a los pedidos de renuncia colectivos, al cacerolazo recibido en su contra (debut del PRO en esa materia) y a los cuestionamientos a la política comunicacional. El plan oficial es apostar por la fórmula probada en campaña: mostrar a un Mauricio Macri familiero, informal y en contacto directo con los ciudadanos (preseleccionados, por si las dudas), incluso a riesgo de cometer errores no forzados.
En una de las semanas más difíciles del ciclo PRO, la reciente designación de una directora de Discurso de la Nación fue una forma de reafirmar el juego propio, más que de dar un volantazo en la estrategia. Si bien su nombramiento se formalizó días atrás, Julieta Herrero ocupa ese rol en Casa Rosada desde febrero, tal como anticipó PERFIL.
En realidad, Herrero cumple un papel parecido desde hace dos años, cuando Macri todavía era el alcalde porteño. Además de haber sido una de las autoras de los speeches macristas de campaña, y también de los actuales, esta joven de 35 años es la ghost writer de las notas que el Presidente publica en los diarios del interior. A su vez provee al primer mandatario de informes y resúmenes sobre temas y lugares a visitar.
Su dirección depende de la Subsecretaría de Comunicación Presidencial de la Secretaría General de la Presidencia, que conduce Fernando de Andreis. Con el jefe de Gabinete, Marcos Peña, más corrido hacia la gestión (¿y también hacia una candidatura en las legislativas de 2017?), De Andreis se convirtió en una especie de coordinador del obsesivo equipo de comunicación de Macri, integrado por Herrero.
Cada lunes y jueves el grupo se reúne en la oficina de De Andreis, pegada a la de Macri y a la de Peña. Su trabajo es alejar al Presidente de todo lo que suene a conflicto, a pasado o a ideología, y mostrarlo como un líder humano, espontáneo y falible que prácticamente se jacta de cometer errores. Basado en esa estrategia, Macri llegó a la presidencia. Y desde Casa Rosada aseguran que no es tiempo de cambiar el rumbo, pese a las críticas que merecieron sus frases sobre el “querido rey” (Juan Carlos), la “angustia” de los patriotas revolucionarios y la recomendación de no estar “en patas y remera” para ahorrar gas en los hogares.
“Son aspectos que nos generan rechazo momentáneo, pero tienden a ser neutros en el largo plazo”, relativiza las gaffes uno de los funcionarios que miden el humor social en las redes.
Así como el Gobierno no piensa dar marcha atrás con los tarifazos (ni inducir la renuncia del ministro Aranguren), más allá de algunos ajustes, tampoco pretende alterar la apuesta discursiva. En una muestra de perseverancia, ayer Macri protagonizó un miniacto en Villa Devoto: inauguró la Casa del Futuro, pensada para contener desde lo social y cultural a jóvenes pobres de 15 a 24 años.
De buen humor, y acompañado por Horacio Rodríguez Larreta y la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, habló amistosamente con los adolescentes presentes. En una decisión calculada, ni siquiera mencionó los cacerolazos del jueves pasado. Y si bien cumplió el objetivo de aparecer propositivo, en contraste con un gobierno parado a la defensiva, sobre el final acumuló otro furcio. “Agradezco que el Congreso haya aprobado la ley de Primer Empleo, porque es una entrada al mundo laboral para todos ustedes”, afirmó Macri. Así, dio por aprobado un proyecto que todavía no empezó a ser tratado en Diputados.