“Lo que debemos pensar ahora los argentinos es en ver cómo ganamos con Messi el Mundial”, dijo el presidente Alberto Fernández antes de su viaje a Francia e Indonesia y, previamente, a la situación médica que ayer lo sometió a estudios en un sanatorio porteño.
Aquel fue un guiño a la ministra de Trabajo, Kelly Olmos, quien por esos mismos días minimizó la inflación que ya tiene en el segundo tramo de este año un piso de 6% mensual. “Primero ganemos el Mundial, después seguimos con la inflación; un mes no hace la diferencia”, remató. Luego pidió disculpas.
El dato concreto, al menos hasta ahora, es que en los primeros diez meses de este año, de acuerdo con el Indec, los precios subieron 76,6%.
Los políticos suelen encontrar en el Mundial, en especial en la Argentina, un efecto distractivo “aliado” para tapar cuestiones de fondo, como por ejemplo una inflación anual de tres dígitos; la séptima más alta de todo el mundo. En este caso, sea cual fuere el resultado en las canchas de Qatar, en la Argentina no parece alcanzar para hacer magia con la de-saceleración en los precios.
En este contexto, el primer trimestre del año próximo asoma complejo. Acumulará entre enero un 20% de acuerdo con el relevamiento que hizo PERFIL en algunas de las principales consultoras a las que recurren las empresas para pedirles precisiones sobre el termómetro que vendrá para la economía en un año electoral. Esos economistas cuestionan la falta de un plan de fondo para combatir la inflación y denuncian el “plan de parches”.
Una suba en esos niveles en los primeros tres meses del año como mínimo le pone nubarrones a la meta del 60% anual contemplada en el Presupuesto 2023. Además, también pondría al menos en duda la meta del 3% mensual en la inflación que, según el ministro de Economía Sergio Massa, habrá para las elecciones de octubre.
Las expectativas 2023 encienden luces amarillas porque de lo que sientan los bolsillos en el comienzo del año le marcará el ritmo al estado de ánimo de todo el 2023. La mayoría de las consultoras, a contramano del Gobierno estiman que también habría tres dígitos en diciembre 2023. Falta mucho y el ministro Massa lo sabe.
Tampoco desconoce que marzo es un mes que trae características especiales. Estacionalmente es el momento en que se pone en marcha la economía y, en general, tiene alta estacionalidad en materia de precios.
Ese mismo mes, finaliza el programa Precios Justos, con el que el equipo económico apuesta a desinflar los valores en las góndolas. Si bien, seguramente se extendería ese programa, también en marzo entra en vigencia una nueva etapa del ajuste en las tarifas de la luz y el gas que tendrá su correlato en toda la cadena productiva.
Por si fuera poco, ese mismo mes se acumulan abultados vencimientos de los compromisos de deuda. Según la fortaleza con la que lleguen para ese entonces las reservas del Banco Central, en el mercado financiero no descartan tensiones en torno al tipo de cambio que, a su vez, podrían influir en los precios.
Lo que de paso también está sobre la mesa de las empresas que marcan la agenda del sector privado es cuánto acceso tendrán a los insumos importados que permiten mantener el ritmo de producción y el nivel de actividad. La escasez en ese sentido también generaría mayor presión en el alza de precios.
En definitiva, lo que queda por delante, al compás de los pasos que vaya dando la Selección nacional para avanzar o no en tramos mundialistas; es cuáles serán los pasos que irá dando el Gobierno para pisar, con fuerza o débilmente, la maldita inflación.