Paula Ferreyra, de 26 años, es la hermana mayor de Mariano Ferreyra (Rocío y Pablo son los otros dos). Ella nunca militó en partidos políticos y ahora tampoco sigue tan de cerca la causa judicial como su hermano Pablo. Trabaja en un estudio contable y cada tanto su hermano mayor la pone al tanto del proceso. Ella no quiere prender la tele y ver la cara de su hermano.
“No me gusta que el caso sea público, que salga en los medios. El duelo es complicado así”, expresa Paula a Perfil.com. “Mi hermano Pablo sigue el caso y él cada tanto me cuenta cómo van las cosas. Yo trato de no estar muy pendiente, no me gusta ver lo que dicen en los medios”, sigue.
Paula recuerda que Mariano "tenía algo de pedagógico, sabía mucho para la edad que tenía" y que por eso, en el Partido Obrero, "muchos se le acercaban para que él les explicara ciertas cosas de su lucha”. Y atmbién apunta que “en la familia nunca se le dijo nada sobre su exposición en las marchas. Era lo que él quería, el daba la vida por eso”.
“Lo recuerdo como un gran hermano, una persona solidaria”, concluyó.
La media hermana. Raquel Ortiz fue como una “hermana” para Mariano Ferreyra. Vivió en la misma casa que él en Avellaneda durante unos años y los Ferreyra la "adoptaron" como una hija, según dice. Ahora reside en España y volvió a la Argentina para acompañar a la familia en el primer aniversario de la muerte de su "hermano".
Raquel también milita en la izquierda, pero en la Argentina no se enroló en el PO por "diferencias ideológicas". Esta "hermana" cuenta que Mariano le decía que "todas las ideologías eran válidas", que él era "muy tolerante" y que "priorizaba ante cualquier bandera política era la lucha por los derechos de los trabajadores".
Sin embargo, el mensaje de Mariano Ferreyra que le quedó grabado y que incluso pintó en la pared de su casa fue: “Algo hay que hacer”.