La Agencia Federal de Inteligencia (AFI) cerrará su primer año bajo conducción macrista con la misma cantidad de espías con la que arrancó: unos 1.700. Pero con una diferencia: el PRO forzó un enorme recambio en el plantel. Desde diciembre del año pasado, echó y jubiló a 561 agentes, alrededor de un tercio de los empleados totales de la ex SIDE. En reemplazo incorporó a 544, en su mayoría leales al director de la AFI y amigo presidencial, Gustavo Arribas.
Para 2017, el objetivo de “la Casa” es sumar cien nuevos espías y retirar otros tantos. Arribas a su vez contará con más presupuesto, más respaldo político y más cobertura legal para manejar la Agencia a discreción.
“El Negro no llegó para quedarse sentado”, afirma uno de los colaboradores de Arribas. “Al poco tiempo de entrar, ya ordenaba operaciones, echaba y maltrataba a mucha gente”, coincide –aunque por la negativa– uno de los funcionarios que no lo estima ni un poco. Si bien cayó en la AFI sin experiencia conocida en los asuntos de la inteligencia estatal (antes del ofrecimiento de Mauricio Macri, Daniel Angelici había rechazado el puesto), Arribas se consolidó como el verdadero mandamás de la Agencia.
Para lograrlo se sirvió de sus contactos con un grupo de dirigentes que, pese a no contar con cargo formal, influyen sobre el rumbo de la AFI: el presidente de Boca y operador judicial Daniel Angelici; el ex número dos de la SIDE durante el gobierno de la Alianza, Darío Richarte; y el mítico radical Enrique “Coti” Nosiglia, quien volvió a visitar el edificio de la AFI. Así, Arribas logró eclipsar a su número dos, Silvia “la Turca” Majdalani, quien por ahora resiste con su poder menguado.
Aliados. La sociedad con Angelici y Richarte (integrante de la comisión directiva de Boca) le sirvió a Arribas para controlar dos zonas claves: la caja de la ex SIDE y el vínculo con la Justicia federal. De la mano de Richarte, la dirección de finanzas de la AFI fue para el contador Juan José Gallea, quien ya había ocupado ese mismo puesto con la Alianza.
El Tano Angelici, a su vez, ubicó en la Secretaría de Asuntos Jurídicos (enlace de la Agencia con la Justicia) a su ex delegado en los vaivenes del Consejo de la Magistratura porteño, Sebastián De Stéfano. El Consejo es el organismo que elige y controla a los jueces de la Ciudad de Buenos Aires.
Hasta hace un par de años, en una vida anterior a la macrista actual, tanto Richarte como Gallea fueron socios en las sombras del empresario Sergio Szpolski en el vaciado Grupo 23, la empresa de medios del empresario aliado del kirchnerismo. Y ambos aparecieron mencionados en la reciente denuncia penal de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac) contra Szpolski y Matías Garfunkel por el supuesto desvío de fondos públicos durante el kirchnerismo (la plata de la pauta publicitaria oficial que recibieron sus medios de comunicación de los gobiernos de Cristina Fernández de Kirchner).
Números. El plantel de la AFI es de 1.720 agentes. En el lapso de un año, la purga macrista alcanzó a 561, un número que incluye y excede al de espías metidos de apuro en la última etapa del gobierno de Cristina Kirchner. El dúo Arribas-Majdalani despidió a los militantes camporistas, pero también a una parte de la tropa con mayor antigüedad en el organismo de inteligencia. De los 544 incorporados por el macrismo, sólo 32 pasaron por la Escuela Nacional de Inteligencia, ubicada en Libertad al 1200.
Ahí, cuarenta profesionales reclutados en distintas universidades (UBA, Di Tella, San Andrés y Universidad Católica Argentina) hicieron un curso de cuatro meses, de 9 a 18, con tutores de la propia AFI. De los cuarenta, ocho resultaron bochados.
Sobre los otros, más de 500 ya contratados, rige el secretismo. Y desde “la Casa” relativizan el dato de que abunden los ex policías federales y bonaerenses. Sin embargo, lo cierto es que en el último año el macrismo profundizó un perfil callejero y de mayor presencia territorial por parte de los agentes de inteligencia. Un estilo casi policial.
El plan de Arribas es que el recambio continúe a un ritmo de entre setenta y cien nuevos espías por año.
Más plata. El presupuesto de 2017 para la AFI habilitará esas incorporaciones y la expansión de la ex SIDE. La Agencia tendrá un plus de 355 millones de pesos: un aumento del 24,5%, por encima de la suba integral del presupuesto (22%) y de la inflación proyectada para el año próximo (17%).
Además del aumento de fondos, la AFI ya no tiene la necesidad de rendir cuentas públicas, desde que Mauricio Macri habilitó por decreto la confidencialidad plena de sus recursos.