Juan Ramón Morales y Eduardo Almirón Sena tienen muchas cosas en común.
Ambos formaron parte de una mítica banda de asaltantes, y fueron despedidos de la Policía Federal por ese hecho a principios de los 70.
Los dos fueron reivindicados por José López Rega, quien les devolvió el rango y los sumó a su custodia y a la construcción de una de las organizaciones terroristas más tremibles de la historia argentina: la Alianza Anticomunista Argentina.
Morales es el ex suegro de Almirón, y uno y otro figuran en la cima de una larga lista de imputados en la llamada Causa Triple A, en manos del juez federal Norberto Oyarbide, quien declaró imprescriptibles y de lesa humanidad los delitos cometidos por la AAA.
Y ambos fueron detenidos luego de que el periodismo (el diario español El Mundo, en el caso de Almirón; el diario Perfil, este domingo, en el caso de Morales) los descubriera, a uno en Valencia y al otro, en el barrio porteño de Palermo, tomando fresco en el balcón de su departamento. La casa de Morales queda a 15 minutos de los Tribunales.
En el caso de Morales, Perfil dio aviso del hallazgo al juez el sábado por la noche, antes del cierre de la última edición del diario. El magistrado había sido advertido de la posibilidad cierta de encontrar al anciano ex jefe operativo de la Triple A desde el jueves. Se lo detuvo el domingo al comenzar la tarde.
En España y en Buenos Aires, una vez más (o dos, para el caso) el periodismo reafirmó su compromiso con los derechos humanos. Y, llamativamente, llegó antes.
