No importa cuántas veces cambie de manos: seguirá siendo siempre "el petit hotel de María Julia". Expropiada, envíada a remate y comprada hace dos años por un comprador anónimo, esta propiedad de mil metros cuadrados guarda poco del esplendor que tuvo allá por los noventa, cuando su dueña más famosa era también la funcionaria más reconocida del gobierno menemista, María Julia Alsogaray.
Por estos días, su nuevo dueño la puso en alquiler por 14.000 dólares mensuales, incitando a considerarla un espacio ideal para "gastronomía, hotel boutique o edificio institucional". Más allá de ese monto, quien la alquile deberá considerar agregar una importante suma para arreglarla.
A pesar de estar venido a menos, hay que reconocer que el petit hotel sigue siendo imponente. Levantado en la década del veinte, tanto el grosor de sus paredes como sus pisos, techos y molduras dan cuenta de una construcción de calidad imposible de hallar en los edificios modernos.
En sus seis plantas, además, hay de todo: una cocina en casi todos los pisos, baños hechos enteramente de mármol, un patio y una terraza, pisos de roble, un ascensor de marca Otis, dos escaleras, siete chimeneas y una sala de máquinas como para un hotel, entre otros derroches.
Pero, al parecer, ni siquiera esa exuberancia fue suficiente para María Julia, quien incluso mandó a construir un pasadizo para unir uno de los pisos con un departamento, también de su propiedad, ubicado en el edificio de al lado.
Hoy la propiedad está vacía y en alquiler a la espera de un inquilino con el dinero suficiente para rescatarla del olvido y las cucarachas. Todo un símbolo de la época.