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El régimen tambalea

A un mes del pronunciamiento popular en los comicios de medio término, el gobierno no sólo no reacciona frente a la demanda de la población sino que insiste en sus propios errores, llevando al país a un territorio de peligro.

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A un mes del pronunciamiento popular en los comicios de medio término, el gobierno no sólo no reacciona frente a la demanda de la población sino que insiste en sus propios errores, llevando al país a un territorio de peligro. No sólo no removió las causas que provocaron el actual deterioro económico sino que agravó las condiciones en las que se mueven los agentes económicos.

El Estado nuevamente quebró. Otra réplica del régimen imperante desde hace 80 años, en una versión desordenada, muestra el fin de una era.

La crisis no es nueva y tiene sus nacientes en las reiterados estados de emergencia. Esta manifestación de la crisis no hace más que poner al descubierto las fallas de origen. Paulatinamente, la crisis obligó al gobierno a correr el telón de fondo del gran teatro montado alrededor de la burbuja especulativa de los precios de los commodities, y dejó al modelo al desnudo.

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Se trata de una estructura vacía y gastada por un exceso de gasto público improductivo, emisión monetaria y de deuda pública y que generó el peor de los elementos corrosivos de toda economía: la inflación. Con un agravante, la corrosión ahora está combinada con un estancamiento económico. El déficit fiscal del pasado mes puso los sistemas al rojo. El desequilibrio de 1.700 millones de pesos es insostenible. Pero si a esto se le suman los desajustes provinciales, el déficit consolidado resulta inmanejable, agravado por la imposibilidad de salir en búsqueda de financiamiento externo.

Algo previsible. Después de todo, la Argentina no escapa a las leyes económicas. Una vez que el gobierno agotó la excepcional renta derivada de la burbuja de los commodities, la estructura desvencijada del régimen quedó al descubierto.

¿Por qué se da este fenómeno? Porque el modelo está agotado, los costos internos se han disparado y los precios internacionales de los bienes están iguales o menos que en la Argentina. Producir algunos bienes en la Argentina cuesta más que traerlos importados aún con el pago de aranceles. El temor es que una avalancha de bienes importados termine desplazando a la producción local y agravando aún más la recesión.

Pero la imaginación de la administración Kirchner no tiene límites y en medio de la recesión y la caída en la producción, el gobierno prohíbe la importación de bienes e insumos básicos generando un cuello de botella en la oferta global. Esto, en términos más llanos, implica más inflación. Sin embargo, el gobierno insiste y redobla la apuesta con la manipulación de la estructura y metodología del INDEC y en menor medida, en los acuerdos de precios.

El resultado no es otro que una oferta de bienes menguada, de baja calidad, en especial, en productos de alto componente tecnológico que son ahora reemplazados por productos locales de menor desarrollo y de bajos estándares. Dicho de otro modo, en la Argentina se vuelve a consumir bienes de segunda calidad. Otra consecuencia de un modelo agotado.

La situación económico-financiera es muy delicada. Los dislates fiscales y presupuestarios fueron la causa y los excesos en el manejo de la hacienda, la alimentaron. Ahora el gobierno amaga con moderar esa discrecionalidad. Pero no es más que un amague porque los denominados "superpoderes" son apenas una manifestación del régimen.

El verdadero problema no son las facultades delegadas sino la ley de Emergencia Económica. No habría superpoderes, sin una normativa de excepcionalidad que los creara. Pero tampoco esta administración es únicamente la responsable de esta situación. En la autoritaria legislación de emergencia que se impuso en el país desde 1930, avalada por gobiernos de todo signo y por tribunales de toda tendencia, hay que encontrar las causas.

En todo caso, este nuevo fracaso de la Argentina que tiene al modelo Kirchner como mascarón de proa, no es más que una réplica de los fracasos anteriores. Una nueva oportunidad se ha perdido, con todas las variables a favor. El régimen cruje, no soporta mas remiendos y amenaza con afectar la gobernabilidad.

 

(*) Agencia DYN