Tocar timbre y rajar antes que te descubran. El popular juego en las fiestas de cumpleaños se mudó al Congreso en una sesión polémica, cargada de denuncias de aprietes y compra de votos . Pero en lugar de una puerta, lo que sonaron ayer fueron los teléfonos de algunos diputados para pedirles que abandonen el recinto. El "ring" para que "rajen".
Tanto el arco oficialista y como el opositor sabían que la votación por el Presupuesto 2011 era clave. Por esa razón la sesión duró hasta la madrugada. El resultado fue negativo para el Gobierno. Perdió la votación 117 a 112 y el proyecto deberá volver a Comisión. Pero en el medio sucedió el escándalo.
La primera fue la diputada Cynthia Hotton que denunció ofrecimientos del oficialismo para facilitar la sanción del proyecto. Ante los medios aseguró que recibió un llamado en el cual le dijeron que "sería bueno que se ausentara". Según la legisladora, para convencerla le adelantaron que podían hacerle una oferta inigualable. Luego le habrían pedido que se levante de su banca.
Cuando todavía se comentaba lo de Hotton, una denuncia similar hizo la diputada radical Elsa Álvarez (Santa Cruz). La sureña dijo que recibió dos llamadas pidiéndole que se retire del recinto y una última para comunicarla "con un alto funcionario del Gobierno". Aseguró que su voto no estaba a la venta.
Tras estas dos denuncias, la diputada Elisa Carrió agitó aún más el tablero y acusó al Gobierno y a sectores de la oposición de un "nuevo pacto de Olivos". Ni bien dijo esto, el senador nacional, Ernesto Sanz le contestó: "Lo que dice es descalificante, difamatorio".
A su vez, el PRO quedó inmerso en la polémica. Dijo que iba a exigirle a varios legisladores del partido que expliquen por qué faltaron a la sesión.