En el mundo gremial no preocupa la detención del ex ministro de Planificación Julio De Vido. Esa fue la respuesta que repitieron numerosos dirigentes consultados por PERFIL en los últimos días, pese al fuerte vínculo que mantuvo el ex ministro detenido con sindicalistas de todas las ramas.
De Vido gestionó negocios en los sectores de transporte, energía e infraestructura en estrecha colaboración con los sindicatos de cada sector. También fue un gestor político clave de la relación con los gremios, desde su alianza con Hugo Moyano durante la presidencia de Néstor Kirchner, hasta el armado sindical que organizó –junto a Omar Viviani– para la candidatura presidencial del ex gobernador de Entre Ríos Sergio Urribarri.
En algunos casos, sus interlocutores fueron involucrados en denuncias por las que se investiga al diputado desaforado. Es el caso del titular del Sindicato Gran Buenos Aires de Trabajadores de Obras Sanitarias (Sgbatos), José Luis Lingeri, denunciado por los negocios del Gobierno con la brasileña Odebrecht para la planta Paraná de las Palmas de Aysa. Lingeri, como muchos otros gremialistas que trabajaron codo a codo con De Vido, hoy mantiene una excelente relación con el Gobierno.
Otro ejemplo es el del petrolero Guillermo Pereyra, quien participó de la estatización de YPF. El gremialista integró el directorio de la empresa tras la salida de Repsol, aunque más tarde el vínculo se resintió por el quiebre de Moyano y el kirchnerismo. Hoy, el petrolero es uno de los sindicalistas más cercanos al Gobierno. Un caso similar es el de Oscar Mangone (Gas), quien supo tener fluidos contactos con De Vido y hoy lidera un grupo de gremios dialoguistas con la administración Cambiemos.
El ex titular de la CGT oficialista, Antonio Caló (UOM), era otro de los interlocutores de De Vido tras la división de la central obrera. Su gremio, además, estaba implicado en algunas grandes obras que gestionaba el ministro. Ayer, el metalúrgico compartió un acto con Macri, como en el pasado lo hacía con Cristina Kirchner y su ministro De Vido.
El gremio de la construcción que dirige Gerardo Martínez también estuvo en el centro de varias obras emblemáticas de la gestión De Vido, como el Centro Cultural Kirchner, objeto de múltiples denuncias.
Moyano. El transporte fue durante muchos años otro eje fundamental de su gestión, hasta que en 2012 Cristina Kirchner decidió quitarle esa competencia a favor del ministro Florencio Randazzo, tras la tragedia de Once. Al asumir, Randazzo terminó con una concesión que había marcado la fuerte alianza de De Vido y Moyano: anuló el convenio que dejaba a la obra social de Camioneros como la única institución que podía conceder el apto físico para la licencia profesional. Según la biografía del gremialista El hombre del camión, De Vido también introdujo a su hijo Facundo Moyano en las empresas de vialidad, desde donde creó su sindicato de trabajadores de peaje.
Moyano y De Vido se distanciaron a partir de la adopción de una postura opositora del moyanismo durante la gestión de Cristina, pero los canales de diálogo siguieron abiertos por más tiempo. A pesar de esos antecedentes, el diputado Facundo Moyano votó esta semana en favor del desafuero, al igual que otro moyanista, Jorge Taboada. También se pronunciaron a favor Carla Pitiot (APOC), Héctor Daer (Sanidad) y Oscar Romero (Smata). Eligieron no estar presentes los metalúrgicos Abel Furlán y Oscar Martínez y el canillita Omar Plaini. El petrolero y ex director de la YPF estatizada, Pereyra, se abstuvo.