POLITICA
GERNIMO "MOMO" VENEGAS

El sindicalista que organizó el acto y la seguridad en la quinta San Vicente colecciona armas

Amigo de Hugo Moyano, el líder de los trabajadores rurales encabeza las 62 Organizaciones, el brazo político de la CGT. Admira a Rucci y a Lorenzo Miguel, dos de sus antecesores en el cargo. Sus amigos dicen que es astuto y que se sabe rodear. Para sus enemigos, es despiadado. Coleccionista de armas, ahora desmiente que tuviera a su cargo la seguridad del traslado del cuerpo de Perón. Maneja una caja sindical millonaria y no falta quien lo imagina sentado en el sillón máximo de la central obrera. Galería de fotos

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HORIZONTE. Desde su sindicato "chico", Venegas logr entronizarse al frente de las 62 y en la CGT. | Cedoc
Cultiva un perfil bajo dentro del terreno sindical. Está al frente de un gremio con poco peso propio como es la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE). Y siempre se caracterizó por avanzar a pasos silenciosos. Recién durante los preparativos del traslado del cuerpo de Juan Domingo Perón a la quinta de San Vicente, su nombre comenzó a sonar más fuerte. La jornada del 17 de octubre pasado, donde trabajadores del sindicato de camioneros y de la construcción se enfrentaron, lo puso en el ojo de la tormenta. Como titular de las 62 Organizaciones, estaba a cargo de la seguridad del fallido homenaje al viejo líder. Ese hombre, de 65 años y personalidad ambiciosa, es Gerónimo Venegas.

Su devoción por la figura del General se remonta a su niñez. De origen humilde y con su madre como único sostén de la familia, gozó junto a sus ocho hermanos de los beneficios del peronismo del ’45. En Necochea, ciudad donde nació, consiguió su primer trabajo en una estancia. Allí aprendió distintos oficios rurales y tuvo contacto con la realidad de los trabajadores del campo. Algunos años después, entró en las filas de la juventud sindical en Mar del Plata. “El ‘Momo’ viene del peronismo de derecha. En realidad, para él no existe el peronismo de izquierda. Por eso creo que no considera a Kirchner como peronista”, dice un militante sindical que lo conoce de cerca.

Dictadura. En 1968 se transformó en secretario de Actas, Prensa y Propaganda de la Seccional de la UATRE de Necochea, hasta 1976. Su vida en los años posteriores al golpe de Estado es un misterio. Algunos dicen que se refugió en el campo. Otros lo desmienten. El ’81 lo encontró presidiendo la UATRE de su ciudad natal y casi diez años más tarde ocuparía la Secretaría General de ese sindicato a nivel nacional. Pero su salto más grande lo dio de la mano del gremialista metalúrgico Lorenzo Miguel. Un amigo de aquel tiempo asegura: “La verdad es que Lorenzo no lo tenía en cuenta. Pero el ‘Momo’ siempre estaba cerca de él. Ganó terreno y, luego de la muerte de Miguel, quedó como titular de las 62 Organizaciones”.

No es fácil precisar si ya por ese entonces criaba perros galgos y era un ávido contador de chistes. “En una reunión de amigos, si está el ‘Momo’, seguro que no te vas a aburrir. Es famoso por contar muy buenos cuentos”, apunta un compañero de militancia. Este amigo y otra fuente que prefiere el anonimato dijeron a PERFIL que Venegas es un apasionado coleccionista de armas.

Como todo hombre de campo, anda sin rodeos. “Es directo y llano”, afirma un empleado del Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre), donde Venegas es presidente. Un dirigente gremial reafirma estos dichos: “Si no está de acuerdo con algo, te enfrenta”. Todos coinciden en que logró ganarse un espacio en el ámbito sindical a fuerza de trabajo y habilidad. De carácter afable, tenaz y simpático, encontró la manera de posicionarse cerca de Hugo Moyano. Pruebas son las que sobran. Sin ir más lejos, fue el único que estuvo junto al líder del sindicato de los camioneros en la conferencia de prensa después de los incidentes. Y como si fuera poco, es uno de los principales defensores del dirigente cegetista, que por estos días quiere ser desbancado por los llamados “gordos”. “Una de las virtudes de Venegas es que es un tipo leal. Por eso, ahora que las cosas están difíciles para Moyano, si tiene que morir con él, lo va hacer”, explica un sindicalista.

Para uno de sus adversarios, esa misma astucia lo llevó a acomodarse con cada uno de los presidentes de turno. “Estuvo con Menem, que le otorgó un montón de cosas para la obra social. Después fue un duhaldista acérrimo. Y con Kirchner quiso acercarse pero no le fue bien.”

Ventajas. En 1995, con Carlos Menem, obtuvo uno de sus bienes más preciados. El Instituto de Servicios Sociales para las Actividades Rurales y Afines se transformó en lo que hoy es la Obra Social de Personal Rural y Estibadores de la República Argentina (Osprera), mediante el decreto presidencial Nº 492/95. Un año después, Venegas se convirtió en su presidente. Actualmente, esa entidad atiende alrededor de un millón y medio de personas entre titulares y familiares, ocupando así el segundo lugar en número de afiliados.

Uno de sus enemigos dispara: “Maneja mucho dinero. Tiene por lo menos $ 3 millones mensuales por el aporte del 1,5 % de todos los sueldos de los empleados para el fondo de sepelio. Esa plata va al sindicato y no la controla nadie”. Hace una pausa y agrega: “Además, en el interior, la mayoría de la gente es derivada a hospitales públicos”.

Nunca se deja disputar el espacio ganado. “La palabra de él no se contradice”, cuenta alguien que lo aprecia. “Es despiadado. No tolera ninguna oposición de nadie. A cierta gente no le gusta tener personas que se le opongan pero él es despiadado”, dice un miembro de la UOM.

Para algunos, este gremialista fanático de los caballos y del folclore cuenta con dos logros importantes: se rodeó de buenos profesionales y consiguió que varios trabajadores rurales dejaran de estar en negro.

Colores. Admirador de José Ignacio Rucci y fiel exponente del peronismo ortodoxo, defendió la figura de Eduardo Duhalde y decidió apoyar a Hilda “Chiche” Duhalde en las elecciones de octubre de 2005. Ese mismo año, Venegas fue reelecto como secretario general de las 62 Organizaciones, el brazo político del sindicalismo peronista.

Desde allí, supo acumular poder y conseguir un lugar dentro de la CGT. “Creo que Venegas realmente tiene la aspiración de ser secretario general de la CGT”, señala un representante empresarial del campo.

Ahora lo desmiente, pero semanas atrás se ufanaba de ser el responsable del operativo de seguridad del traslado de los restos de Perón. Las 62 Organizaciones y la CGT eran las encargadas de que todo saliera bien. Por eso, 3.000 trabajadores con pecheras que decían “62 Organizaciones” custodiaron el predio de 19 hectáreas. Pero las cosas no salieron como estaban pensadas.

No se debe haber imaginado así la despedida de su líder político. Lejos estuvo de festejar el Día de la Lealtad. Aun cuando hizo esfuerzos porque sus palabras sobre la unidad sindical se escucharan entre el griterío de fondo. Quiso negar lo innegable: ya hacía décadas que el movimiento obrero estaba dividido.

“Ni trabajadores, ni peronistas”
“No eran trabajadores, ni peronistas”, declaró Gerónimo “Momo” Venegas durante la conferencia de prensa que dio junto al secretario general de la CGT, Hugo Moyano.

Se refería a los responsables de los destrozos de la quinta 17 de Octubre de San Vicente. Sin embargo, no había más que justicialistas en el predio. “Un peronista no destroza las pertenencias del general Perón”, agregó el titular de las 62 Organizaciones.

Prefirió hablar de infiltrados, recurso históricamente utilizado por el peronismo ortodoxo, en vez de aceptar que quienes tiraron piedras, utilizaron palos y armas de fuego eran del movimiento obrero. Incluso, uno de los manifestantes identificados que disparó varias veces, Emilio Quiroz, no sólo pertenecía al sindicato de su amigo Moyano: era hasta el chofer de su hijo Pablo.

Pero “Momo” insistía: “Creo que ha habido gente que no quería que existiera el acto y que estuvieron mucho antes que llegáramos nosotros”.

Y también negaba. Venegas aseguró que ni las 62 Organizaciones ni la CGT estaban a cargo de la seguridad del homenaje, a pesar de que unos días antes se habían reunido con integrantes del Ejército, de la Gendarmería, de la Policía Federal y de la Bonaerense para solicitar que no hubiera policías en la quinta.

Su pedido se hizo realidad. Tres mil hombres con pecheras que decían “62 Organizaciones” custodiaban el predio de 19 hectáreas. Y sólo seiscientos agentes de la Policía estaban en los alrededores.

Cuando se le preguntó por las fallas en la seguridad de ese día, Venegas sólo atinó a decir que ellos tenían a cargo el “ordenamiento” de los manifestantes y deslindó responsabilidad alguna: “Nosotros no podemos manejar a la Policía”.