Todavía no sabe cómo la encuentran. Pero está convencida de que ellos, los personajes, la eligen. Bajan de repente, se asoman a su vida, se le acercan al oído y le susurran. O le gritan en la cara. Vienen a hablarle, a contarle algo. Pero también llegan para hacerla hablar a ella, para que les preste el cuerpo y tiren juntos de la punta de un ovillo que se enlaza con algún nudo particular de su propia vida, en ese preciso momento. No en la vida de Eleonora Wexler, la actriz, la que empezó en “Annie” a los ocho años y no se bajó nunca más del tren; ni la que hizo villanas memorables en tele sin que el traje le quedara pegado y pudo ensalzar también a tiernas románticas; ni la que vibra en teatro con todas sus cuerdas. Le tocan la puerta a Eleonora, la mujer que se reconoce como fuego puro, la mamá de Miranda (8), la que no sabe graduar entregas, la que apuesta por la transformación y el movimiento de las cosas. Esa Eleonora es la que se sorprende cuando sus mensajeros vuelven a escogerla y el destino la hace pisar un escenario con textos que tocan notas similares a la de su vida interior. Como ahora que atraviesa su separación después de catorce años de pareja y en la obra “Cock” encarna a una mujer divorciada que se enamora de un varón, hasta ese momento gay, quien también se enloquece con ella y le promete el cielo, pero ese proyecto conjunto estará supeditado al resultado de la tormenta interior que se le desatará acerca de quién es él y qué quiere.