El presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, reconoció que el oficialismo tiene una escuálida política territorial, como se conoce a esa argamasa de punteros, votos y representación en las barriadas. Fue también una forma tácita de decir que el poder del macrismo depende en exceso de la imagen, una debilidad que tienen muy en cuenta quienes en los próximos días definirán ganadores y perdedores en la puja estremecedora entre el Grupo Clarín y las grandes empresas telefónicas.
El viernes, el ministro de Comunicaciones, Oscar Aguad, ratificó que el Gobierno va a autorizar a Clarín a competir como cuarto operador en el mercado de celulares contra Claro, Movistar (Telefónica) y Personal (Telecom). “Tiene que ser disruptivo”, precisó Aguad, como un elogio al multimedios. El macrismo, fiel a su estilo, intentó hasta ahora que llegue a un acuerdo con las telefónicas para evitar que la sangre llegue a los tribunales.
Clarín pretende competir en el mercado a través de Nextel y de cinco compañías que compró con frecuencias de servicios fijos de trasmisión de datos. Telefónica y Claro acusaron a Clarín de querer quedarse gratis con un espectro que a las telefónicas les costó 1.500 millones. Clarín respondió que pagó 360 millones de dólares por las compañías que ya tenían licencia. Las telefónicas replicaron que las licencias eran para 2G y están caducas. Clarín argumenta que “desde el principio dijeron que querían un cuarto operador”, que no pidieron “espectro gratis ni beneficios especiales” y que siguen esperando “un mero trámite administrativo”.
Los tambores de guerra suenan en los estudios de abogados.
Las esperanzas del Gobierno se encendieron en Washington donde se reunieron el presidente de Telefónica de Argentina, Federico Rava, y su director de Asuntos Públicos, Alejandro Lastra, con Pablo Casey, sobrino de Héctor Magnetto, y Hernán Verdaguer, gerente de asuntos regulatorios de Clarín. Se ofreció reasignar las bandas de espectro para conformar a los pesos pesados, excluir a la televisión digital hasta 2019 y proteger a las redes nuevas. Al regreso a Buenos Aires, el entendimiento estalló por el aire. En Cablevisión y Telefónica ratificaron a PERFIL que, hasta ahora, “no hay ningún acuerdo”. Entre tira y aflojes, Clarín ya vio pasar un año sin lograr entrar al mercado. La presión escaló a niveles estratosféricos.
En buena medida ya es tarde para evitar los tribunales. Una parte de la disputa se judicializó con consecuencias impredecibles y es el tironeo sordo por La Banda del 700: el nombre bien podría aludir a un afímero grupo de rock de los 60, pero se trata en realidad de una franja de frecuencia estratégica de 700 megahertz por donde las compañías ansían mover a alta velocidad los datos de sus servicios para alcanzar con 4G cada celular de la Argentina. El Santo Grial del negocio de las comunicaciones.
Preocupado por encontrar una torta para repartir, el Gobierno barrió a un costado a las empresas que ocupaban la banda de 700 megahertz a través de la resolución 2531. Entre los desplazados se encontraba Alberto Pierri, de Telecentro, quien se quejó ante la Justicia. La causa sigue abierta.
El norteamericano Moris Shamah es senior vicepresidente de la empresa Telcom Ventures, que en Argentina posee la empresa Antina TV, prestadora de servicios de UHF. Shamah todavía se pregunta por qué el Estado argentino buscó sacar a su filial argentina de la frecuencia que le había otorgado en la banda de los 700, si apenas unos años atrás un tal míster Julio De Vido y un tal míster Daniel Scioli le habían dado todas las garantías para invertir en Argentina cuando se reunieron en un hotel en Washignton, y luego había seguido los pasos que estipulaba la ley.
Tras la presentación judicial, las autoridades de comunicación del actual gobierno debieron emitir una nueva resolución, la número 6396, que insistió con la inmigración forzosa pero extendió los plazos. Paños fríos para disimular el desaguisado.
El Gobierno asignó la banda de los 700 a Movistar, Personal, Claro, Arlink y Clarin, a través de la firma Nextel. Quiere destrabar las inversiones en banda ancha para satisfacer el insistente reclamo presidencial de mejorar las llamadas de los celulares.
Clarín practica esgrima en varios frentes. Nada nuevo después de una década de kirchnerismo. En paralelo al enfrentamiento con Telefónica, la empresa de Magnetto mantiene una convivencia turbulenta con su socio en Telecom, el mexicano David Martínez. Después de la cumbre en Washington, ambos se reunieron en Buenos Aires. ¿Por qué Telecom extiende redes nuevas en ciudades donde Cablevisión ya está instalado? Ambos dicen que terminarán por confluir pero se miden constantemente. De ahí que Clarín avance con Nextel al mercado donde su socio ya compite. Luego de que el Gobierno autorice a competir a través de Nextel, Magnetto fortalecerá su posición frente a Martínez en el mercado argentino.
La letra del nuevo marco regulatorio está avanzado, como el borrador del Plan Nacional de Banda Ancha, que mantiene protección para los prestadores de ciudades pequeñas porque de lo contrario se sembraría la semilla para un nuevo planteo judicial. Como si el terremoto externo fuera insuficiente, el propio Ministerio de Comunicación aparece quebrado entre funcionarios con afinidades con uno y otro grupo económico. Lo sabe el jefe de Gabinete, Marcos Peña, quien debió intervenir para frenar a un secretario que revoleó borradores de la nueva ley como si la hubiera escrito en su casa. “El único que habla en nombre del Gobierno es el ministro”, lo cortó en seco. Un terreno plagado de intereses.