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¿Esperar o actuar ya?

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"Kirchner ya pasó de la etapa de la construcción a la etapa de la destrucción, pero su vigencia está supeditada a la resistencia que podamos hacer los gobernadores". La reflexión no corresponde a un mandatario provincial opositor sino a un gobernador justicialista, que profesa en público el kirchnerismo pero que desde hace tiempo cambió su discurso, al menos en privado.

Ese tipo de reflexión es el denominador común de muchos gobernadores peronistas que no quieren romper lazos con una administración central que permanentemente les recuerda, quién maneja los recursos.

Uno de los exponentes de ese tipo de "asfixia", como denominó alguien cercano a Daniel Scioli, lo sufre el mandatario bonaerense cuando la Nación, de manera antojadiza, aguarda hasta último momento para enviarle los 244 millones de pesos correspondientes a la cuota del Programa de Asistencia Financiera (PAF).

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El propio Scioli habría tenido, días atrás, un encuentro a solas en Olivos con Cristina Fernández, en un tono muy duro, debido a las "operaciones" orquestadas por el santacruceño. Incluso, hay quienes sostienen que el gobernador bonaerense ha manifestado en intimidad, su hartazgo en la relación con los Kirchner.

Lo mismo ocurre con otros mandatarios, aunque la deuda de sus provincias y la lejanía hacen que haya chisporroteos manifiestos con la Casa Rosada. Tal es el caso de Córdoba, donde Juan Schiaretti advierte en público al gobierno nacional sobre las consecuencias que en esa tierra genera la demora del envío de fondos.

No obstante, Fernández de Kirchner habría dado algunos indicios a varios mandatarios de que el Ejecutivo atenuará la Ley de Responsabilidad Fiscal que, en otras palabras, quitaría a la mayoría de las provincias el peso del pago de una deuda con la nación que algunos ubican en casi 100 mil millones de pesos, con vencimientos más que importantes el próximo año.
"Espera un poquito que vamos a hacer algo", le dijo la presidenta a un gobernador, que estaba convencido de salir a romper lanzas con la administración central.

Mientras, "la maldición K" parece surtir efecto en la oposición. Primero se deterioró la relación de Elisa Carrió con el Acuerdo Cívico y Social -radicales, socialistas y cobistas- y ahora parece pasar lo mismo entre la UCR y el espacio del vicepresidente Julio Cobos.
El reemplazante de Gerardo Morales en la jefatura del radicalismo alimentó la interna en la UCR, que parecía acabada luego de la performance electoral el pasado 28 de junio. El propio Morales pretende que su sucesor no sea un hombre de Cobos, porque sabe que eso terminaría por alejar del Acuerdo Cívico y Social a su aliada, Elisa Carrió. Cobos por su parte dice a suyos y ajenos que si el futuro jefe radical no es de su confianza, el no será candidato a presidente. Además, considera "irrecuperable" su relación con Carrió.

Lo cierto, es que quienes pretenden a Cobos candidato con todo el partido detrás consideran que debe llegarse a un consenso, porque "sería un gran error" que se encumbre a un dirigente en la presidencia del Comité Nacional por mayoría de votos y no producto de un acuerdo. En ese sentido, Ernesto Sanz parece ser el único dirigente capaz de representar a todas las facciones.
Mientras, Mauricio Macri contempla los ruidos en el Justicialismo. Habla con todos pero no cierra ningún acuerdo. ¿Por qué no ahora, que el PJ está convulsionado y sin líder? Dicen cerca del jefe de gobierno porteño, que hoy no es confiable el peronismo, que después del 28 de junio parecía que se movilizaría detrás de Francisco de Narváez y, sin embargo, no hubo un sólo dirigente que se pasara a las filas de Unión-Pro.

No obstante, en el macrismo admiten que "el mejor escenario" para el proyecto Macri 2011 es con Kirchner intentando liderar el PJ. "Kirchner divide al peronismo en tres tercios, y al menos con uno de ellos podríamos armar algo", opinan en la mesa chica del PRO. "Hay que esperar", dicen todos. "Hay que avanzar ahora", dicen cerca de Néstor Kirchner. El tiempo dirá quien tuvo la razón.

 

(*) Agencia DYN