En tiempos del operativo "Mirar para cuidar", suena a paradoja que los precios de los dos buffets del monumental edificio de la Secretaría de Comercio de Interior, dirigida por Guillermo Moreno, quien hace dos días fue denunciado junto a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, por "falsificar cifras del INDEC", sean más caros que en otros locales de la zona y motiven a los empleados a llevar viandas.
Lejos de los 3 pesos que cuesta el menú en el comedor de la Casa Rosada y de las mediciones del INDEC, avaladas por Moreno dos semanas atrás, los precios que deben abonar diariamente los empleados de la secretaría a su cargo distan de aquellos que rigen el ideal inflacionario kirchnerista.
Según averiguó Perfil.com, uno de los comedores, ubicado en el cuarto subsuelo, ofrece entre cuatro y cinco platos fijos semanales, que no incluyen bebida ni postre, y parten de los 20 pesos, mientras que las comidas más elaboradas alcanzan un valor tope de 39 pesos.
En cambio, en el comedor del primer piso, perteneciente a la Unión del Personal Civil y de la Nación (UPCN), según confirmó uno de los empleados, los precios de los menús, que tampoco incluyen bebida ni postre, parten desde los 24 pesos y no superan los 30.
"Se pueden elegir varios menús fijos según el día, con diferentes precios. Tratamos de ofrecer algunos más accesibles y otros un poquito más caros", sostuvo una de las cajeras a Perfil.com.
Poco tienen que ver, sin embargo, estos precios con los datos que el INDEC, dirigido por Ana Edwin, funcionaria de confianza de Moreno, presentó meses atrás en un informe que indica que se puede comer por menos de 6 pesos por día.
En ambos comedores de la Secretaría de Comercio, si el menú del día no es del gusto de los comensales tienen la alternativa de pedir platos a la carta, siempre y cuando puedan afrontar el costo.
Semana a semana, los empleados estatales, que pueden acceder a sus precios, se deleitan con nuevas comidas. “La gente reclama menús nuevos cada semana”, reconoció una de las mozas.
Son los empleados de planta, o los de mayor escalafón, quienes habitualmente pueden pagar los precios de las comidas. “Acá vienen personas más grandes, con carrera en el edificio", explicó una de las cajeras.
“Algunos funcionarios comen, pero no suelen bajar al comedor sino que piden el servicio de entrega”, aseguró una empleada a Perfil.com.
Mientras que los empleados estatales de menor rango cuidan el bolsillo aprovechando los módicos precios de negocios “chinos” o llevan sus propias viandas.
"Contra los restaurantes chinos no se puede competir. Vos viste lo que son los precios afuera… una locura y acá lamentablemente no los podemos bajar más", se lamentó una de las encargadas.
“Hay que preguntarles a los de arriba qué pasa con los precios”, expresó una de las cajeras señalando con resignación hacia el techo. Moreno tiene su despacho en el segundo piso del edificio.