En esa línea y dentro de lo dispuesto en la Constitución debe buscarse el reequilibrio de influencia de los tres poderes. El Gobierno cuenta con amplia mayoría en el Congreso. Eso debería animarlo a un manejo más participativo y con menor uso de poderes extraordinarios. La bonanza política debe hacerlo más abierto, no más cerrado.
Igualmente, hay que buscar la refederalización y eso no se hace sin caja propia y sin mecanismos donde las decisiones nacionales no ignoren las realidades e impactos locales. Entre 2003 y hasta parte de 2006 el superávit provincial hizo que se viviera un período excepcional en cuanto a las autonomías provinciales. Hay que rescatar ese proceso. Una nueva ley de coparticipación realista, seria, de largo plazo, quizá de aplicación progresiva es necesaria.
El papel de los partidos políticos debe ser revalorizado. Hoy son meras maquinarias electorales, oportunistas, y vacías de contenido. La revalorización debe hacerse sin inventar alquimias o ingenierías políticas y sin renegar de la historia de cada uno de ellos.