Su casa de campo en Villa Paranacito, Entre Ríos, le dio un aire distinto, casi de chacarero. Pero, además de ver series en Netflix y volcarse a la lectura, Rogelio Frigerio, el ex ministro político de la Casa Rosada, pasa sus días en cuarentena sin abandonar sus relaciones políticas.
Con un discurso medido, vinculado a la unidad nacional, se suma al lote de dirigentes opositores que festeja la buena sintonía que mantiene el presidente Alberto Fernández con buena parte de Juntos por el Cambio, así como sostiene la línea moderada, junto con Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, los intendentes del PRO o su amigo Emilio Monzó.
En las últimas semanas, su teléfono celular siguió sonando, aunque lejos de la frecuencia que tenía cuando estaba en la planta baja de la Casa Rosada. Ahora no le piden fondos sino consejos y miradas sobre la coyuntura.
Habló con Mauricio Macri en varias oportunidades, aunque no lo hace de manera regular, y siguen en contacto. Conversan sobre la coyuntura económica y sobre las opciones políticas para la oposición para pararse frente a la pandemia. No piensan exactamente lo mismo pero sostuvieron la relación durante estos años a pesar de las diferencias.
Para la mesa chica macrista, cuando estaba en el poder, Frigerio era una de las pocas voces disonantes ante la voluntad hegemónica que imponía el jefe de Gabinete, Marcos Peña.
También se mantiene activo con sus ex compañeros de gabinete. De algunos se hizo amigo; con otros sostiene diálogos en el grupo de chat, del que Peña se fue a fin del año pasado, donde se plantean temáticas de coyuntura. Por caso, Jorge Faurie, el ex canciller, explicó los alcances de la negativa del Gobierno a sumarse a una negociación del Mercosur; o Germán Garavano dio su visión sobre los temas judiciales en danza.
Uno de los que lo consulta seguido es Larreta. Con el jefe de Gobierno porteño dialogan una vez por semana. Básicamente, quiere saber qué piensa el ex ministro del Interior de distintos temas. Suelen coincidir en que no es momento de combatir al Gobierno nacional en plena crisis sanitaria. Algo similar ocurre con Diego Santilli.
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De todas formas, el dato central es que casi medio gabinete de lo que era la cartea de Interior recaló en la Ciudad: el peronista Lucas Figueras, Mauricio Colello, Camilo Di Boscio y Lucas Delfino, entre otros, ahora son funcionarios porteños.
Aunque no participa de las mesas del PRO – siquiera tiene un cargo partidario ya que busca revitalizar el Desarrollismo que lo vio crecer – dejó en stand by una videoconferencia con la mesa directiva del partido que creó Macri y otra con el bloque de diputados nacionales que encabeza Cristian Ritondo.
Si bien tampoco participar de las mesas de Juntos por el Cambio, habla con muchos de los principales referentes radicales. Entre ellos, Alfredo Cornejo, titular de la UCR, y el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.
Aunque el más cercano es el senador, Martín Lousteau, con quien armó un grupo de afinidad que incluye a su amigo Monzó, al diputado Sebastián García de Luca, el director del Banco Ciudad, Nicolás Massot y a otros radicales. Este sub grupo opositor es muy crítico de las posiciones que suelen adoptar otros actores de Juntos por el Cambio como Patricia Bullrich o el diputado Waldo Wolff. Ni hablar de Fernando Iglesias, a quien ya no toman en serio a partir de su actividad en redes sociales.
Dentro del peronismo, mantuvo sus vínculos con varios gobernadores. Entre ellos, Omar Perotti (Santa Fe) y Gustavo Sáenz (Salta). También Gustavo Valdés, el radical de Corrientes, y Omar Gutiérrez, de Neuquén.
En cuanto al Gobierno nacional, habló un par de veces con el presidente pero ya hace meses que no vuelve a cruzar ni un chat. Sí, elogia a Eduardo “Wado” de Pedro, su sucesor, e intercambia mensajes con Gabriel Katopodis, el ministro de Obras Públicas. Lo mismo con Felipe Solá, quien conoce de cerca a Lousteau y a De Luca desde pequeños.
En cuanto a sus proyectos, su flamante consultora, Symfonia, junto a su amigo Monzó, tuvo un impasse con el Covid-19, como todos. Había arrancado a mitad de febrero, sumó varios clientes del sector privado pero ahora quedó en stand by.
La cuarentena lo mantuvo ocupado. Además de Netflix, se entusiasmó con Homeland, su serie predilecta, por Fox. También se dedicó a leer: el cubano Leonardo Padura y Franz Kafka lo cautivaron en los días de aislamiento social.
MC