La presidenta Cristina Fernández de Kirchner no podría haber pedido una mejor gira internacional. Viajó con una comitiva extensa y almorzó con el Papa Francisco, que no le hizo ningún reproche y le encomendó presentar su misión educativa en Nueva York. Después, en la ciudad estadounidense, se reunió con empresarios, brindó una de sus ya clásicas y extensas diatribas en la Asamblea General de la (ONU) y hasta se dio el lujo de cuestionar la política exterior de la gestión de Barack Obama, nada menos que enfrente suyo.
Pero el panorama que espera a la jefa de Estado al volver a Argentina no es tan alentador. Además del frente externo de los llamados "fondos buitres", la recibirán en Ezeiza tres problemas urgentes que requieren su atención inmediata: el cambio de Gabinete, la escalada del dólar blue, y la recesión.
Como dice Cristina, todo tiene que ver con todo, pero el eje central son los funcionarios. La Casa Rosada necesita un cambio de aire urgente si quiere hacer frente a la crisis económica para llegar en buen estado a las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias de agosto de 2015. Y el recambio es inminente: esta semana reapareció el rumor, prácticamente vestido de anuncio, de que Jorge Capitanich abandonaría la Jefatura de Gabinete.
La salida del chaqueño sería un cambio cantado. Salvo en el primer mes, nunca se sintió cómodo al mando de los ministros nacionales. Cuando asumió, en noviembre de 2013, pensaba que tendría margen de maniobra en un cargo que lo podía catapultar como precandidato presidencial. Pero pronto se dio cuenta de que su rol se limitaba a defender los desmanes de La Cámpora en el gobierno en sus conferencias de prensa matinales.
Aunque ya sin aspiraciones electorales, el "Coqui" podría haberse quedado en el cargo si no hubiera estallado una crisis política en Chaco. Su gobernador interino -y ahora rival-, Juan Carlos Bacileff Ivanoff, le adelantó las primarias para el 8 de marzo y las generales para septiembre. Capitanich está obligado a suspender su licencia y reasumir como gobernador para borrar el decreto de su vice y reestablecer la estrategia electoral del kirchnerismo. La picardía de Bacileff Ivanoff es entendible: sabe que el jefe de Gabinete no puede volver a presentarse como candidato a gobernador y debería competir como intendente de Resistencia. En ese caso se enfrentaría a la jefa comunal actual, Aída Ayala, que es de la UCR pero ya anunció que no tiene problemas en llegar a un acuerdo con el massismo o el PRO.
¿Quién reemplazaría a Capitanich? La respuesta es un rompecabezas de muchas piezas. Circula una larga lista de nombres poco probables: Sergio Urribarri, que no quiere cometer el mismo error que el chaqueño; Aníbal Fernández, como una especie de revival de 2011; Axel Kicillof, en busca de "sacarlo para protegerlo" del Ministerio de Economía; Julián Domínguez, cómodo en Diputados; y hasta Alicia Kirchner, que nunca salió de Desarrollo. El que cuenta con más chances reales es Mariano Recalde, que le imprimiría al cargo un "perfil empresarial", el mismo que ya tiene en una Aerolíneas Argentinas que pierde dos millones de dólares por día. Ah, y además es de La Cámpora.
Kicillof probablemente se mantenga en su cargo, pero por las dudas ya tiene reemplazante: el secretario de Política Económica, Emanuel Álvarez Agis. Sea quien sea, el ministro o su viceministro, deberá agarrar una papa caliente: el dólar blue, que está casi tocando los 16 pesos. A pricipios de año, Kicillof ganó su interna contra el "devaluador" Juan Carlos Fábrega, que quería contener la divisa paralela reduciendo la emisión y subiendo la tasa de interés. La victoria le salió cara: en enero, el oficial y el blue se habían acomodado en torno a los ocho pesos. Hoy el oficial se mantiene en el mismo nivel, pero el paralelo se disparó a casi el doble. La brecha estimula la bicicleta (comprar oficial, vender blue) y va comiendo de a poco las reservas del Banco Central. Hoy hay apenas 28.221 millones de dólares en la casa matriz, y el año que viene hay vencimientos de deuda por 14.100 millones. Eso si el juez Thomas Griesa permite pagarlos.
La falta de dólares no sería un problema en la época de las "tasas chinas", en los primeros años del kirchnerismo. Pero ahora hay otro escenario: la recesión que -a pesar de que el INDEC la dibujó con lapicera ayer- ya cumple tres trimestres sin perspectivas de mejoría. Planes como el Pro.Cre.Auto y las 12 cuotas no alcanzan para reactivar el consumo, en una economía donde es más redituable comprar y revender dólares. La situación es aún más grave en el frente externo: el default tiene prácticamente congeladas las importaciones y las exportaciones. La soja, el yuyo salvador de otros años, cayó a 380 dólares la tonelada y traerá un 18% menos de divisas en 2015. Liquidar los granos existentes -escondidos en silobolsas- con la Ley de Abastecimiento tampoco sería la salvación. El famoso swap con China llega en cuentagotas: anunciaron 11.000 millones de dólares, pero por ahora sólo se canjearon 700.
El que esté al frente de la Economía en enero próximo deberá enfrentar también a los fondos buitres. El gobierno no dio ninguna señal de que vaya a cumplir el fallo de Griesa, pagar los 1.300 millones de dólares, a pesar de que venza la famosa cláusula RUFO. La oferta parece inamovible: ni un dólar más que a los bonistas reestructurados. Pero cumplir con el fallo podría abrir la puerta a los mercados externos, es decir, a tomar deuda que pagaría el próximo gobierno. En unos meses se sabrá si gana la intransigencia del relato o la necesidad del realismo.