La compañía minera canadiense Yamana Gold realizó ayer su "primera colada" de oro en San Juan, evento que contó con la entusiasta presencia del gobernador José Luis Gioja. El suceso se produjo en la mina Gualcamayo, Departamento Jáchal, cuya producción se estima en 250.000 onzas mensuales durante, al menos, una década. La producción minera a cielo abierto, con el cianuro como ingrediente imprescindible del proceso industrial, es altamente contaminante y se teme que, pese a las promesas oficiales, todo termine en un formidable negocio para pocos y graves problemas ambientales, para muchos, en el futuro.
El primer lingote pesó 12, 850 kgs y con el valor del oro actual tendría un valor de 430.000 dolares. Yamana Gold, junto a Barrick Gold también canadiense, es el eje de una profunda división en la población sanjuanina, que se divide entre el sector encabezado por los hermanos José Luis y Juan Carlos Gioja, gobernador y diputado nacional (dueño de una empresa minera en esa provincia) y los ciudadanos preocupados por la situación del medio ambiente, que ven un horizonte de contaminación en ciernes y denuncian que la mano de las empresas canadienses es "la verdadera razón" del veto presidencial a la Ley de Glaciares.
Varios de los proyectos de Yamana y Barrick atraviesan zonas de glaciares y de allí las acusaciones de connivencia hacia los funcionarios provinciales y hacia la presidente Cristina Fernández de Kirchner, que no dudó en vetar una ley que había sido aprobada por unanimidad por el Parlamento.
Las mineras canadiense tienes planes, con sus emprendimientos en San Juan y La Rioja, para llevarse miles de millones de dólares, con regalías mínimas y todos los recursos naturales a su disposición. En el caso de Yamana y Gualcamayo, basta señalar que la minera tritura decenas de miles de toneladas de minerales por día y utiliza 110 litros de agua (que la provincia no le cobra) por segundo, desecha cianuro en su proceso industrial y consume, con tarifas mínimas, una cantidad de combustible y electricidad similar al de una ciudad de 250 mil habitantes.
“Detrás del veto está el gobierno sanjuanino. Es muy concreto: la norma impedía cualquier tipo de operación por encima de un glaciar y Pascua Lama necesita detonar y trasladar de un lado a otro los glaciares que está explotando en San Juan. Es lógico: no se iban a perder el negocio minero más grande de Sudamérica, una fortuna de tres mil millones de dólares”.