POLITICA

¿Hay comentaristas digitales a sueldo?

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Cada semana, en el "subsuelo" de esta columna (y de otras) tiene lugar un espectáculo digital no apto para menores ni mayores. Potenciados por los temas que se enfocan, ciertos lectores se convierten en gladiadores y se "adjetivan" como en la guerra. Tras ligera y ocasional referencia al estilo del texto y la postura del autor, los "comentarios", no bien pasan de tres, pierden la línea, desperdician el espacio y se arrojan uno contra otro con saña insoportable. A veces también la liga el autor de la nota. Un "blanco" a quien se lo sacude con los más extremos lauros. Sin ser ni una cosa ni la otra, los tildan de "genios" o "bestias", "peronchos" o "gorilas" según brame el lector "barrabrava" que le toque. Como en el tablón futbolero no cuenta aquí la belleza de la jugada ni la táctica del escribidor. Y tampoco estalla guerra alguna en el "subsuelo" del escrito si el asunto tratado ese día aborda el cambio de época, el medio ambiente, el dilema generacional o los trapos sucios del tire y afloje nuclear. En estos casos no hay tertulia. Un desértico espacio mudo prueba que para los puntuales (y repetidos) iracundos la columna de ese día fue un "plomazo". Solo participan cuando suponen se cometen "fouls" contra sus clubes, ídolos y padrinos. No todos los redactores de comentarios son así.

El hábito del lector digital de involucrarse agregando su punto de vista a noticias, columnas y notas varias de la realidad, es un pequeño "paso" para él, pero un gran "paso" para el oficio de comunicar lo humano. Son, a la clásica "carta de lector" de medios de papel, lo que el flamante I Pad de Steve Jobs a la televisión blanquinegra. Pero vaya desprecio a tan fantástico "escaño" cívico (y a uno mismo) si en porcentaje tan alto se utiliza para insultar a mansalva (¡y en mayúscula!) a quienes opinan distinto (y sobre todo a sus madres). Este Tema movilizó hace poco las reflexiones, entre otros, de Víctor Hugo, Fontevecchia, y Abraham). Me sorprendió que mi respetado Morales dijera ignorar "totalmente" el tema hasta ser advertido "¿Viste en el diario Perfil.com las cosas que dicen?". El locutor se airó y acusó de "amarillismo" a los diarios digitales pues permitían a esas "personas de peores instintos descargar vomitando todo su veneno, discriminación e imbecilidad". Fontevecchia también rechazó la práctica aunque matizó " Para la cuestión de fondo no tengo respuesta. No sé si estamos haciendo bien al publicar comentarios anónimos. Internet nos obliga a viajes hacia lo desconocido que exigen tolerancia a la imperfección" .

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¿Puedo opinar? Lo hago. Opino que se debe dejar que esa Sentina siga drenando. Son pulsiones, descargas, de una democracia frenada. Tan fétida y brutal en su modus operandi como el de aquellos que remiten estos comentarios bomba. Creo que de a poco, y sin censura, estos insultos perderán el espectacular eco que pueden tener todavía. Antes que polemizar sobre ellos sería más periodístico investigar las fuentes de algunos de ellos. Y que la opinión pública supiera (como se sabe en la profesión) que "lectores pagos" desde oficinas ad hoc, se ocupan de denigrar "oficialmente" con ese tipo de comentarios a columnistas que consideran hostiles al gobierno. Tal es la sutil política de comunicación oficial. Como también la de calentar en microndas las célebres neuronas de Fernando Braga Menéndez, a fin de que la calle hable del viagrismo de la carne de cerdo, de cómo "ladran" los caballos o del súbito estilo cristinesco del gobierno nacional. Gansadas infladas cada día para que la gente evite mirar lo altísimo que vuelan el asado, la lechuga y los tomates.

(*) Especial para Perfil.com