POLITICA

Hebe sobreseída: todos inocentes

El autor de El negocio de los Derechos Humanos cuenta cómo quedó la causa por malversación de fondos en Sueños Compartidos.

Hebe de Bonafini, titular de Madres de Plaza de Mayo.
| Telam

Entre los días 8 y 9 de junio del 2011, la Fundación Madres de Plaza de Mayo era un caos. Hacía un año que su ex apoderado,Sergio Schoklender, quería pegar el portazo y Hebe de Bonafini lo terminaría echando por cuestiones personales. Néstor Kirchner, el interlocutor ideal de Schoklender, había muerto en octubre del 2010, la toma del Parque Indoamericano reflejaba el abandono de políticas de viviendas en la zona sur de la ciudad y el clientelismo político y, por si fuera poco, el proyecto Sueños Compartidos era deseado por funcionarios del Ministerio de Planificación de Julio de Vido que no soportaban más al "loco", como lo llamaban al mayor de los Schoklender.

“Hebe se enteró que Sergio andaba con Patricia y se pudrió todo. Cuando dos personalidades tan complejas se pelean, el mundo estalla en mil pedazos”. Patricia Alonso era la directora administrativa de Sueños Compartidos y la mano derecha de Schoklender, la otra gran mujer en su vida. La pelea terminó con el autor de “Infierno y Resurrección” fuera del organismo de derechos humanos que más plata recibió de un gobierno en la historia argentina.

Cuando el escándalo llegó a la tapa de los diarios, Sergio decidió mandarle una señal al poder: me protegen o hablo. Y habló, a medias, con el logo de Clarín detrás de su sombra. Sueños Compartidos comenzó un proceso de destrucción interna como si fuese una empresa constructora que alguien había decidido vaciar adrede. Las obras se pararon, los trabajadores fueron despedidos y los proveedores tuvieron que ir a cantarle a Gardel para cobrar sus deudas. Eso fue lo que le pasó a la empresa que proveía los paneles calefactores de la marca Ecosol con los que se equipaban algunas viviendas sociales que se construían en Sueños Compartidos. ¿Yo señor? No señor ¿Y la culpa quién la tiene?

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El 1 de noviembre, el juez en lo Penal Económico, Gustavo Meirovich, sobreseyó a Hebe de Bonafini en la causa en la que estaba acusada de haber dado la orden de no pagar una serie de cheques emitidos para la compra de un camión y los, antes mencionados, equipos de calefacción. El juez, en forma inédita, sobreseyó “totalmente” la Madre de Plaza de Mayo, calificó a su decisión como un “error” técnico y justificó el freno del pago de los cheques, legalmente emitidos, basándose en un peritaje grafológico que arrojó dudas sobre quién había rubricado las ordenes de pago.

Las personas que firmaban los cheques, además de Bonafini, eran Pablo Schoklender, Alberto Marcelo García y Juana Meller del área de Compras y Finanzas. Para el juez, "pudo existir una tarea imitativa respecto de uno de los firmantes y aquello habría estado dirigido a engañar y defraudar a la administración de la sociedad". Casualmente, días atrás, uno de los implicados, se enteró de que, según el entorno del juez Meirovich, su firma había sido adulterada. El hombre se alegró pues el hecho significaba que también terminaría sobreseído de todas las causas en las que estaba involucrado por asociación ilícita y malversación de fondos públicos. Cuando le pregunté si sospechaba quién le había falsificado la firma, respondió: “Nadie. Lo firmé yo, no había nada raro en el cheque”.

Meirovich concluyó su escrito advirtiendo que los empresarios que no cobraron los mencionados cheques, efectivamente, brindaron los servicios que habían ofrecido. Por lo tanto "sufrieron un perjuicio que ahora deberá investigar otro juez" pues, Meirovich, se declaró incompetente en razón de la naturaleza del delito. Mientras que el juez sentenciaba que el nombre y el honor de Hebe de Bonafini no deberá ser afectado, al menos en la causa que le compete, a cientos de trabajadores les ofrecieron entre 6 y 15 mil pesos en las conciliaciones obligatorias dictadas por el Ministerio de Trabajo de la Nación.

Alejado el juez Norberto Oyarbide por "mal procedimiento" en la causa principal, sobreseídos los principales acusados por la estafa en Sueños Compartidos y con funcionarios y ministros del gobierno nacional preparando desembarcar, nuevamente, en un proyecto faraónico junto con la Madre de Plaza de Mayo, lo que muchos se preguntan es ¿dónde fue a parar la plata? ¿Quién tuvo la culpa de que las obras no se realizasen? Para la justicia argentina, nadie es culpable pero la pagamos todos como el gran bonete.

(*) Autor de El negocio de los derechos humanos (Sudamericana, 2012)