Desde que existe, la Exposición Rural ha sido siempre un dolor de cabeza para los presidentes argentinos. Luego del retorno de la democracia, todos han sido silbados y abucheados por sus tribunas; la única excepción fue la de Carlos Saúl Menem, aplaudido en 1999. Hoy, es casi seguro que Cristina Kirchner no irá a la inauguración, ni enviará funcionarios oficiales, en medio de la especie del boicot post -retenciones, para evitar vivir momentos tensos como los que pasaron sus antecesores.
En 1988, el entonces presidente Raúl Alfonsín sintió en carne propia la ira del campo. El Plan Primavera había molestado a los ruralistas, pero él, de todas formas, asistió a la inauguración de la Rural. Allí, mientras daba su discurso en el atril, fue blanco de una masiva silbatina que pasó a la historia. El radical, igual, envió su mensaje a la Nación, apenas audible por los silbidos: “Algunos comportamientos no se consustancian con la democracia, porque es una actitud fascista no escuchar al orador”, lanzó.
Todo lo contrario pasó con Carlos Menem: el único ovacionado. El caudillo peronista, apenas asumió, inauguró la muestra al grito de “Ya he enviado al Congreso el proyecto de ley para anular las retenciones” y fue aplaudido por las tribunas. Y en 1999, al terminar su mandato de una década, también se fue aplaudido del poder por la elite rural. La relación del riojano con la Sociedad Rural tuvo sus vaivenes, pero la cesión del predio ferial del Palermo, donde hoy se realiza la muestra, fue un gesto que marcó la relación del ex presidente con el campo. Hace pocas semanas, el ex presidente devenido en Senador también fue ovacionacionado por su voto contra el aumento de retenciones.
Fernando de la Rúa, cuando asistió, recibió una lluvia de silbidos. Eduardo Duhalde, durante su corto mandato de transición prefirió no ir y, en su reemplazo, enviar a su secretario de Turismo, el joven y prometedor Daniel Scioli, y a su secretario de Agricultura, Rafael Delpech, a quien el campo le hizo sentir su descontento con silbatinas de 40 minutos, durante su discurso oficial.
En el 2003, el flamante presidente Néstor Kirchner salteó la ceremonia de inauguración pero fue el 4 de agosto a la muestra. Rodeado por un mar de flashes y periodistas, el pingüino que recién comenzaba a consolidarse en el poder, aseguró: “No vengo a hacer demagogia, ni a prometer lo que no puedo cumplir". El año pasado, el hoy ex secretario de Agricultura, Javier De Urquiza, estaba sentado en el palco hasta que recibió un llamado y, por decisión de arriba, abandonó su lugar y se fue de la muestra, ante la incrédula mirada de Luciano Miguens, titular de la SRA. Tan rápido acató la orden de abandonar muestra que se olvidó a su octagenaria madre en el predio.
Este año, tras el virulento conflicto entre el campo y el Gobierno, las posibilidades de que la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, inaugure la muestra o que envíe algún representante oficial son casi nulas. "No tengo mucha esperanza de que se produzca ese hecho", dijo Miguens, quien mañana se despedirá de la presidencia que será asumida por Biocatti ; y la mayoría de las personas cree que tampoco será así, aunque aseguran que debería ir para comenzar a reconstruir las buenas relaciones. El miedo a la silbatina puede más.