Mientras Cristina Kirchner se refugia en El Calafate para pasar el fin de semana largo, parte de la tropa kirchnerista suma cada día más incertidumbre y preocupación, presa de las indefiniciones sobre cómo representar en las próximas elecciones a los sectores más duros del cristinismo.
Hay indicios concretos de que la arquitectura electoral que enhebra el kirchnerismo para las PASO incluirá, al día de hoy, una interna entre Daniel Scioli y Florencio Randazzo. La apuesta es un juego entre una fórmula más “amplia”, pero K, y una más “pura”, del kirchnerismo de paladar negro. Existen muchas dudas sobre quiénes podrían ser, por ejemplo, los candidatos a vicepresidente de cada fórmula de la boleta del Frente para la Victoria.
Dentro de un sector del kirchnerismo se especula cada vez más con que la Presidenta analiza bendecir alguna de esas dos listas con un vice que represente la pulpa filosófica de su modelo. Uno de los nombres que más suena en las mesas de la política es Axel Kicillof.
Por eso se espera que en los meses que faltan hasta las primarias de agosto haya cada vez más anuncios económicos. No sólo los que buscan estimular el consumo, pieza clave del engranaje K, sino aquellos que persiguen instalar a Kicillof como “el” funcionario que ayudó a enderezar el timón de la economía argentina.
En la misma línea puede inscribirse un inédito cambio de rumbo en la política de comunicación de Kicillof, que hace apenas unas semanas comenzó a recibir asesoramiento privado sobre cómo mejorar su imagen y su oratoria pública. El Gobierno quiere que hable mejor y que se vea mejor. Por eso le contrató una consultora privada para pulir su estética pero también para que pueda proyectarse políticamente por encima de 2015. En el entorno del ministro desmienten que esté trabajando para ser candidato. Es lógico: saben que hoy, en las encuestas, la imagen negativa del ministro de Economía está muy por encima de la positiva.
La posible candidatura de Kicillof entusiasma a los jóvenes de La Cámpora, huérfanos de un candidato que sintetice sus preferencias electorales. Contaminados hoy por la interna entre Scioli y Randazzo, algunos de ellos detestan al gobernador: lo ven demasiado cercano a las corporaciones. El diputado Andrés “el Cuervo” Larroque es un referente de ese sector. Pero otros, como Eduardo “Wado” de Pedro, creen que Scioli, más allá de los ornamentos ideológicos, es funcional a su estrategia de permanecer en el poder después del 10 de diciembre de 2015. Una posible candidatura de un K puro como Kicillof saldaría considerablemente estas diferencias.
Es cierto también que hoy se ensaya con un tercer candidato a presidente de una lista K para juntar los votos que no vayan ni a Scioli ni a Randazzo. Sería un modelo similar al de Mauricio Macri, que irá a las paso conjugando tres listas. La de él, la de la UCR y la de la Coalición Cívica. En el caso del kirchnerismo una tercera opción podría sumar algunos puntos para el molino cristinista en la gran interna. El gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, podría ser uno de los bendecidos.
Un funcionario del Gobierno, que trabaja por estas horas en su candidatura a gobernador aclara que no está todo dicho: “Nadie sabe realmente quiénes van a ser los candidatos, eso lo decide sólo Cristina y se va a anunciar sobre el cierre de listas. Ni siquiera sabemos si va a haber PASO”, sorprendió.
Cristina, mientras tanto, sigue apostando a la lógica de los “autitos chocadores”. Avala los chispazos entre sus principales candidatos, a la espera del momento justo para ungir en persona a quien ya eligió como su heredero.