POLITICA
Tras la cumbre de presidentes en Olivos

La Argentina reza para que en el invierno no haga mucho frío

Evo Morales dejó en claro que priorizará el mercado interno, Lula se aseguró su parte de gas y Cristina quedó pagando.

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La crudeza de Evo Morales sonó en el mediodía de Olivos mucho más destemplada que el cielo plomizo que cubría la quinta presidencial, en medio de la reunión tripartita entre los presidentes de la Argentina, Bolivia y Brasil: "queremos armar un nuevo equilibrio, porque en materia de gas, para nosotros la prioridad es el mercado interno", se sinceró oficialmente el boliviano.

Con la segunda parte de la oración, Morales dejó casi sin argumentos a Cristina Fernández de Kirchner. No había mucho para replicar porque el razonamiento de Evo es, por otra parte, el mismo que la política económica local le ha venido repitiendo a muchos sectores productivos (leche, carne, harinas, naftas, etcétera) para justificar, con el argumento de evitar el desabastecimiento y divorciar los precios internos de los internacionales, la imposición de retenciones o los cierres abruptos del comercio exterior.

Lo cierto es que el presidente Morales propuso barajar y dar de nuevo porque hoy, cada vez que se tiende un caño en su país, la demanda doméstica de gas es incesante y el porcentaje de crecimiento resulta exponencial.

El presidente de Bolivia insistió varias veces en hacer esta reunión trinacional ("para que podamos prepararnos para el invierno", había dicho) por el cambio de circunstancias dentro de su país, ya que es claro que de la matriz original de promesas de abastecimiento poco ha quedado, salvo el cumplimiento a rajatabla para con Brasil, quien evidentemente f irmó contratos más redondos que los argentinos, no sólo en precio (paga 4,6 dólares por millón de BTU contra U$S 6 que desembolsa la Argentina), sino también en penalidades por falta de provisión.

La idea de un año atrás era que de los 41 millones de metros cúbicos diarios que Bolivia ponía en los gasoductos, entre 27 y 32 millones fuesen hacia San Pablo, que 7,7 millones vinieran hacia la Argentina y que quedara para el uso boliviano alguna diferencia, de los cuáles unos 2 millones se pierden en inyección y transporte.

Hoy, la fragilidad de la situación muestra que la Argentina recibe no más de 3 millones al día -y en descenso- y que las diferencias son consumidas internamente por Bolivia, ecuación que se va a agravar sustancialmente hacia los meses de julio y agosto.

Como en una mesa de póquer non sancto, cada uno de los presidentes pareció guardarse algunas cartas en la manga para negociar mejor. Brasil sospecha que la Argentina -la más perjudicada, al quedar como el jamón del sandwich- le pidió a Bolivia que saque el tema de la redistribución para rebanarle una porción de su gas.

Los expertos dicen que sin Bolivia sólo queda rezar en el invierno, al menos hasta que se avance en la construcción de plantas de regasificación de GNL, gas traído en estado líquido en barcos metaneros, ya sea en Bahía Blanca o en Montevideo, en la que también desea morder Brasil.

Cuando las cosas terminan en una Comisión Técnica o un "Grupo Coordinador" es más que seguro que ha sido difícil llegar a un acuerdo desde la política y que la solidaridad mercosuriana se terminó en las sonrisas y en los discursos de ayer entre Lula y Cristina. No hay que ser muy perspicaz para observar que, con la dilación que se encargará de llevar hacia adelante, tal cual es su estilo, Brasil ha buscado mantener el statu quo y ha partido en punta en la puja por tan preciado recurso.

Fuente: Extracto de una columna de opinión de Hugo Grimaldi (DyN)