Son los soldados de Cristina. Su propia tropa. Los eligió en detrimento de dirigentes históricos del PJ para tener “leales” en su último mandato: la jefa de Estado sabe bien que como no puede reelegir necesitará a los jóvenes que apoyan su proyecto de manera incondicional. En las primarias no ganan ni pierden, pero el techo del binomio presidencial y de las listas legislativas permitirán saber si ella podrá triunfar en octubre con La Cámpora, prescindiendo de muchos sectores peronistas, que eran aliados al kirchnerismo en los últimos años. Están en el Gobierno, están en la lista de diputados nacionales, en la de legisladores provinciales y también van por bancas en las cámaras de todas las provincias. Incluso se juegan intendencias en territorio bonaerense.
Si Cristina hace una muy buena elección, ellos irán por el control, por ejemplo, de la Cámara de Diputados bonaerense. Allí el principal alfil de Cristina es José Ottavis, un militante con experiencia en el territorio, que se encarga de las negociaciones con intendentes y con el gobernador Daniel Scioli. La intención de los camporistas en la Legislatura es desplazar de la conducción a los históricos del PJ ortodoxo, como Horacio González, hoy presidente de la Cámara.
Junto a Gabriel Mariotto, que conducirá el Senado, también intentarán ocupar ministerios en el Gobierno provincial. En la Cámara alta hay dos jóvenes K de relevancia: Marina Moretti, de la Anses, y Santiago Carreras, secretario de la Juventud del gobierno sciolista. En el Gobierno nacional tienen particular desprecio por un grupo de peronistas que hoy tienen espacio de decisión junto a Scioli: se trata, por ejemplo, del ministro de Gobierno, Eduardo Camaño, y Federico Scarabino, hoy en el Senado.
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