¿Dónde está el verdadero Estados Unidos? ¿Dónde las diferencias entre demócratas y republicanos? ¿Son tales? ¿Obama las expresa? La discusión sobre las medidas para paliar la crisis acaba de mostrar una de las hilachas de esa madeja: la propuesta presidencial de aumentar los impuestos a los ricos ha encontrado la oposición de la prensa, los republicanos y el propio partido de Obama. Lo curioso son los argumentos: lo “acusan” de socialista, como si el hecho de serlo fuese un delito.
La paradoja se completa al observar que la idea de recargar una parte de la crisis en los sectores más privilegiados provino, en verdad, de ellos mismos. Warren Buffet –con una fortuna estimada en 52 mil millones de dólares– expresó su sorpresa luego de hacer una cuenta simple: él paga un 15% anual en impuestos y sus empleados un 35%; algo funciona mal. La propuesta de Obama se llama “Ley Buffet”, y su destino es más que incierto: nunca logrará pasar el Congreso. “Una propuesta socialista que busca dividir a los americanos”, así la presentan. Anteayer, en el Congreso, Obama cayó en la misma trampa conservadora frente a la crisis de Medio Oriente: vetó el ingreso de Palestina a la ONU bajo presión del lobby Israelí, y acorralado por la cercanía de las elecciones y su necesidad de fondos y votos en estados clave como Florida, dominado por el voto judío.
Lo que parecía un interés genuinamente progresista de Estados Unidos de poner paños fríos en la crisis de Medio Oriente, respetando los derechos de ambas naciones, termina ahora de la peor manera: el portazo de la ONU a Palestina solo favorece a Hamas y a los grupos ultras que necesitan la guerra para subsistir.
(*) Columnista del diario Libre.
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