Jibarizar el idioma. Cerrar la boca anestesiando el límbico. Imponer la mudez. Tal la misión de los capangas de esta época. Al igual que cinta sin fin impide dormir a los pollos para engordarlos más rápido, la tecnología perfecciona chirimbolos para clonar muñecos. De carne y hueso, pero que no digan ni mus. Cortaron el ducto que lleva de la idea a la lengua redireccionando el cerebro a los dedos. Teclado mata diccionario. La conversación ya fue.
Cuando en Madrid di la mano al famoso robot petiso de Honda descubrí que el mamífero (yo) y el robótico (él) sucumbíamos en igual trampa. Empezaron por él. Luego me replicaron a mi. Venir, se veía venir. Décadas dedicadas a descerebrar la historia. A suplantar el imaginario de base por un Olimpo de plástico. Superman desbancó a Prometeo. Mickey a Orfeo. El merchandising de Disney copó el planeta. Sabios símbolos de siglos acabaron en iconoquitos de morondanga que hoy titilan y emboban desde el plasma. Nada que pensar. Nada que sentir. Estridencias, siglas, quejidos en un botiquín de 500 vocablos multiuso. Léxico para pasar de un punto de control a otro punto de control. Al Homo Automaticus ya no lo asusta nada. Hasta el Diablo (en otras infancias un activo profesional del terror) es hoy un gilipollas que no asusta ni a un cura. Replicantes mundiales y locales 2009 acatan a gusto lo que les echen. Si antes, tener ruedas, rayos y manubrio, diferenciaba a una bicicleta de una abuela, hoy un terrorista bien puede vestir chilaba, gritar Viva Alá y asesinar a 13 soldados en Texas y ser un coronel USA con problemas de Edipo.
Tan devaluado está todo, que semana a semana inmensas noticias muertas, sin descifrar, procesar ni enterrar, se pudren delante de nuestra cara. Es la tercera guerra mundial asordada que caracolea sin que nadie la trate como tal. Aunque de pronto algún pífano resuena donde nadie lo espera: "No es nuestra guerra. Es su guerra. Ustedes tuvieron un 11 de septiembre. Nosotros en Pakistán estamos teniendo un 11 de septiembre diario" aleccionó a Hillary una periodista local que la interpeló en su visita. La Clinton ni mosqueó. Varias veces al día aviones "invisible" Predator sin piloto borran del mapa aldeas afganas y tampoco Obama mosquea. Ser hoy líder mundial es esconder ballenas en el placard y no darse por enterado. Lo suyo es montar tinglados de anestesia: ilusión olímpica, incursión marciana, excursión genética. Esta semana concretaron otro juguete soñado. La pistola que congela. Arma compasiva que escarcha el "fuera" (ojos, cara, piel, músculos) y deja el "dentro" al natural. Víctima perfecta. Higiénica. No grita. No hiede.
Aquí, en cambio, distraen al parvulario con el burro, la noria y la zanahoria. En acto delirante (con Himno Nacional cantado por empleados de Adidas y azafatas blanquicelestes) el Zar Impoluto de la AFA presentó la nueva Camiseta Patria de la Selección. Ahora (átese primero el cinturón de seguridad) lea: en el espaldar luce (¿?) un sol radiante y la frase "Coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir". Créase o no, aún nadie lo enjuició a Grondona. Pobre patria mía. Pobre patria nuestra.
(*) Especial para Perfil.com