POLITICA
cmo sigue el conflicto

La crisis se potencia aceleradamente para el campo

Las asambleas y movilizaciones del agro se detuvieron por la llegada de las Fiestas, pero la bronca de los productores es cada vez mayor.

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La peor y más extensa crisis que enfrentó al campo con el Gobierno durante 2008 aún tiene final abierto, mientras el panorama se mantiene incierto para el sector más dinámico de la economía nacional, mostrando un escenario externo y local en el cual no se avizoran estímulos para el agro argentino.

El verano arranca más que caliente y hacia el final de la trilla triguera, con cotizaciones volátiles y multiplicación de intervenciones oficiales en el comercio sectorial, la gente del campo ya prepara el barbecho emocional para retomar el camino de los reclamos que apunta a llegar a puerto, aunque una vez más amenaza con estrellarse contra la tozudez oficial.

De hecho, las asambleas y movilizaciones del agro se detuvieron sólo por la llegada de las Fiestas y en pocas horas más recuperarán el protagonismo que, aunque la dirigencia pregone que no llegarán a las rutas, todavía es impredecible el devenir de tanta bronca acumulada.

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Mientras el Gobierno se prepara para "poner en caja" cualquier error fiscal que cometan los productores, implementando controles con sistemas de perversidad impensada, quizá en reemplazo de estímulos a la producción, en las actividades que se comportan como motor del crecimiento nacional las cosas han cambiado, para peor, en materia de potencial generación de mayores divisas para las arcas oficiales.

Ya se conocen los números del quebranto y el ciclo agrícola 2008/2009 dejará fuertes pérdidas a miles de agricultores y contratistas poseedores de vacas que, dicho sea de paso, ya comenzaron a liquidar antes de que el 2008 partiera.

Además, la caída estrepitosa en los precios de la hacienda dejó un tendal de vientres faenados, junto con miles de los animales más jóvenes que se hayan sacrificado en el país, ante la imposibilidad de engordarlos para la venta por la suba escandalosa de las raciones y la falta de pasturas que dejó el paso de la sequía, también la peor y más extensa de los últimos cien años en el país.

Por si fuera poco, el capital vaca también tiende a reducirse y esta etapa de servicios se presenta como la peor en décadas: la liquidación de vientres cerró numerosas fábricas de terneros y las que quedan en pie, quizá no tengan el buen estado corporal que necesitan a la hora de aprovechar los celos.

También faltarán forrajes por la falta de lluvias y casi el cierre de la ventana de implante de pasturas y verdeos, determinando una situación que no pocos analistas definen como "terminal" para la obtención de alimento animal.

Según el analista Ignacio Iriarte, una caída del cinco por ciento en la preñez, sobre 23 millones de vientres, puede significar una baja de 1,1 millón de terneros logrados. En consecuencia, la menor producción de terneros se reflejará en una menor faena en 2009.

Pero no habrá motivos para preocuparse por la provisión de carne en el mercado interno: con las exportaciones más que limitadas, las cámaras frigoríficas están saturadas de reses para abastecer la ingesta cárnica de los argentinos... por lo menos antes de abrir las importaciones del producto, que se proyecta inevitable para el mediano plazo.

Una visión sensata coinduciría a pensar que luego de un 2008 conflictivo, el desafío debería pasar por revertir expectativas y sostener la actividad, en todos los ámbitos productivos. El campo no sólo no debería ser la excepción, sino que es tiempo de darse cuenta que no pueden repetirte los fuertes shocks que vivió el país, con epicentro en el conflicto campo-gobierno.

Cuando las proyecciones pintan parecidas a los anteriores, valdría recordar que al corporizarse se multiplican en adversidad y, en definitiva, el mayor perjudicado es el país en su conjunto.

Valga como muestra que la tozudez del Gobierno revirtió las expectativas del agro nacional y no sólo se desaprovechó el boom de precios internacionales, sino que generó un elevado costo político, inflación, salida de capitales, fuga de depósitos y bruscas caídas productivas que trazaron un triste camino sin retorno. Quizá se entienda desde el poder político. Quizá.

Fuente: DyN.