Desde 2003 hasta hoy Julio Cobos vio como su carrera política fue en ascenso ilimitado hasta caer en picada. Desde aquella victoria para ser gobernador de Mendoza en 2003, su campaña como "radical K" al lado de Cristina Kirchner, hasta su voto "no positivo" en el Congreso, su repentina popularidad, el regreso al radicalismo y deserción a las internas.
Poder. De ser un ingeniero mendocino, en 2003 Cobos se convirtió en el gobernador de una de las provincias más importantes del país. Eran épocas de vacas flacas para los radicales. El recuerdo nefasto de la Alianza seguía muy latente. Sin embargo el mendocino supo amoldarse a los tiempos que corrían y logró aceitar su relación con el entonces presidente Néstor Kirchner. Incluso era uno de los opositores con mejor llegada a la Casa Rosada. Era tal el acercamiento que los kirchneristas lo hicieron cambiar de bando.
Esa decisión hizo poner el grito en el cielo a los radicales que lo expulsaron "de por vida" por acompañar en la fórmula a Cristina Kirchner, que se lanzaba a ocupar la Rosada con el apoyo de su marido. "Cristina, Cobos y Vos" era el lema que catapultó a Cleto al centro de la escena política.
La victoria fue arrasante y la fórmula con los Kirchner parecía funcionar. Incluso lo hizo durante un tiempo. Cobos no tenía poder de decisión dentro del gobierno y se llamaba al silencio. Sin embargo todo cambió con el conflicto entre las entidades agropecuarias y el gobierno nacional. La pelea por las retenciones hizo que, como si se tratara de una película de Hollywood, sea el vicepresidente el que deba decidir si se aplicaba o no el nuevo proyecto. Ante un país que miraba el espectáculo en vivo a las cuatro de la mañana, Cobos habló: "Mi voto es no positivo", dijo. Y el kirchnerismo estalló de furia, mientras la oposición lo catapultaba como el político a seguir.
Si bien el kirchnerismo nunca le perdonó esa actitud y lo tildó de traidor, lo cierto es que Cobos aprovechó la ocasión para aparecer como un héroe frente a los que se sentían avasallados por el matrimonio Kirchner. Cobos volvió a su provincia un día después en auto. Una estrategia que le sirvió para recibir el aplauso del interior. Era su mejor momento.
Pero esa estrella comenzó a apagarse de a poco y sin que él se diera cuenta en donde iba a terminar. Los K le exigían la renuncia en cuanto micrófono apareciera pero él se negó. Con esa puerta cerrada, comenzó a acercarse a los radicales, que ante la popularidad de este decidieron recibirlo con los brazos abiertos. Pero dentro del partido la desconfianza aún estaba vigente. La muerte de Raúl Alfonsín le trajo competencia interna para ser el candidato radical: Ricardo Alfonsín, quien de la noche a la mañana se vio presidenciable. La contienda parecía estar entre estos dos, sin embargo se sumó un tercero a la pelea: Ernesto Sanz.
Cobos mantuvo siempre su cargo de vicepresidente a pesar de hacer campaña para su postulación. La interna con Sanz y Alfonsín se hizo cada vez más fuerte. A pesar de su popularidad ante la opinión pública, que empezó a decaer de a poco, un amplio sector radical no estaba muy feliz de tenerlo nuevamente en el partido. Ayer se terminó de romper todo. Es que con la decisión de postular a Alfonsín como el candidato oficial, Cobos quedó desconcertado. Y por la tarde volvió a hablar. Y fue para bajarse. "No voy a ser candidato a presidente", dijo Cleto. Ahora está más débil que nunca. Las decisiones de 2003 hasta acá fueron pocas pero claves para su carrera política. El resultado, finalmente, fue no positivo.