El lugar común es decir que los une el espanto. Pero en este caso, el pegamento parece ser más diverso, más amplio. Algunos de los concurrentes a la marcha del 21F se unen por el espanto a Mauricio Macri y las políticas que implementa su Gobierno, pero la situación de Hugo Moyano no aplica. Supo estar cerca del macrismo, negociar, beneficiarse, e incluso apoyarlo, pero algo se rompió y el camionero tuvo que volver al llano.
No es la primera vez que le pasa. Lo hizo con Carlos Menem, en los 90, y no le fue mal. Quedó como uno de los sindicalistas que supo abrirse a tiempo de la debacle de la convertibilidad. Con De la Rúa, siempre desde el llano, marcó la cancha desde un principio y terminó denunciando la Banelco en el Senado cuando se negoció la ley de flexibilización laboral. Con Néstor y Cristina la historia está más fresca. Kirchner decía que para gobernar la Argentina era necesario negociar con Moyano y con Clarín, y en ese contexto, empezó siendo un aliado incondicional. Incluso aportó sus camiones en medio del conflicto con el campo, en 2008, para recuperar el control de ‘la calle’. Pero eso también se quebró y terminó siendo uno de los más duros enemigos públicos de Cristina.
Hoy la historia se repite y Moyano vuelve al llano. Las reuniones a solas con Macri quedaron en el pasado. La participación de uno de sus hijos en las negociaciones por la reforma laboral también. Cada lado de la grieta dirá qué fue lo que motivó la ruptura: las denuncias de corrupción avanzaron y Moyano extremó su postura, dicen unos, o Moyano extremó su postura y el Gobierno incentivó las denuncias de corrupción, dicen los otros. Casi como el huevo y la gallina.
De cualquiera de las dos maneras, el camionero se sintió obligado a volver al llano, dejar de coquetear con las mieles del poder. Pero la diferencia es que nunca se vio acorralado por las causas de corrupción como ahora. Tuvo denuncias, hubo sospechas, pero la sangre nunca llegó al río. “Si lo tocan a Moyano, le paramos el país”, cantaron hoy sus militantes. ¿Ya llegó la sangre al río esta vez o todavía se puede frenar?
Porque aunque hoy diga que no tiene miedo, que tiene pelotas, y que se defiende solo, Moyano sabe que como nunca antes la Justicia lo tiene en la mira. Seis jueces lo investigan, ya sea por fraude en Independiente, por desmanejos de OCA o por los negocios entre la obra social y las empresas familiares. ¿El Gobierno metió fichas en la Justicia? La grieta otra vez aparece como respuesta, aunque lo que está claro es que Cambiemos está cómodo con las investigaciones, al punto tal que la UIF lo tiene entre sus ejes de investigación.
El problema es que al volver al llano Moyano se quedó más solo de lo esperado. Gran parte de la CGT lo abandonó (la mayoría prefiere todavía las mieles del poder). Y aunque la marcha del 21F fue multitudinaria, la foto lo muestra al lado de muchos dirigentes que, como el, acumulan más imagen negativa que positiva. Lo venden como el intento de una unidad para hacer frente al modelo macrista y así dejan de lado sus recientes diferencias. Pero todos los grupos que estaban hoy en la 9 de Julio saben que por si solos tienen un panorama complicado. Moyano cercado en la Justicia. El kirchnerismo relegado a una expresión minoritaria en el peronismo (y también con problemas judiciales). Y los movimientos sociales conscientes de que si el macrismo se consolida en el poder su rol de intermediarios en el reparto de planes sociales tendrá los días contados. No es el espanto lo que los une, sino la desolación del llano. La certeza de que el poder está lejos, y que cuando hace frío, mejor amucharse.