POLITICA

La escabrosa lentitud de la interna partidaria

Por Omar Genovese|La verdad irrefutable es lo que dice el conteo de las autoridades de mesa, y al que no le guste, que pase por ventanilla en la justicia electoral.

En las PASO, se definieron los candidatos que competirán en octubre.
| Dyn

7:30 am. Estacionado frente a la escuela 10 de Banfield, Julio Cortázar, veo al policía municipal solo frente a la puerta, custodiando el vacío. Ingreso al recinto y en cada una de las aulas habilitadas, dos o tres personas examinan las cajas con urna, boletas y papelería electoral. Apreciaban el contenido como si descubrieran un cáliz, ostias o algún brebaje mágico. Parecen niños contando caracoles en la playa. Al detenerme frente a una señora abatida frente a todo el material, me dice: “¿Usted viene a esta mesa?” No, le contesto. “¿No quiere fiscalizar conmigo? Parece que me dejaron sola.” Me excusé por ser fiscal general. “¿Podrá ayudarme? Me llegó el telegrama el viernes a las 8 de la noche, no tengo idea de esto.” No se preocupe, le dije paternal, los fiscales partidarios le van a dar una mano.

9:15 am. Las 10 mesas de la escuela 10 están 10 puntos. Pero de los votantes ni noticia. El cielo ennegrecido, la humedad, acaso la expectativa por un diluvio anunciado en televisión (“puede que caiga granizo”) desalentó la aventura temprana por el voto. A las 10 am, ni el 5% de los votantes habían aparecido. Hacia las 11 de la mañana, en vistas de que la lluvia se aplaza, comienzan a llegar los ciudadanos, hasta convertirse en un aluvión que no cesa hasta las 14. Como suricatas apuradas, se abarrotan protestando, forman cola a la intemperie sobre la vereda del establecimiento. Quieren una atención inmediata como si estuvieran en un shopping con dinerales en los bolsillos. El argentino es conflictivo, si no existe motivo lo busca con ansias tenebrosas…

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La nota antropológica (o zoológica) es la cría de fiscales partidarios. Hubo dos espacios definidos donde se ubicaron o hicieron vivac. La cocina de la escuela copada por el Frente para la Victoria, que con gracia insólita compartió espacio con los de Stolbizer (de allí migraron aterrados ante la estética tribal). Y el resto, que consiguió un aula en el piso superior, con wi-fi, televisión, enchufes para cargar los celulares, aire fresco desde las ventanas, un lujo. Los pasillos, atestados de votantes, ya eran una hornalla asfixiante. Algo extraños resultaron los fiscales generales de Julián Domínguez. Tanto desconfiaban de los pibes de La Cámpora que supervisaban la desaparición de la boleta. Pero no eran suficientes, no alcanzaron para detener lo inevitable: La Morsa les ganó la interna. Háganse cargo. Otro fiscal que llegó de votar en Lanús mostró su asombro: “La Cámpora le está cuidando la boleta a Macri”. Ante mi duda explícita, reafirmó: “Flaco, tenían boletas de los dos, se transparentaban en las bolsas plásticas, y estaban recorriendo todas las aulas…” La traición es una costumbre argentina, siempre existe un motivo para ejercerla…

El otro dato de color es que los fiscales de Insaurralde figuraban como ausentes, el esposo famoso dejó todo en manos de los pibes para la liberación. Eso sí, luego, en el conteo de votos, se notó el corte de boleta inducido (léase “sugerido”) que privilegió a The Morsa & The Cirio Boy. Que esto lo verifiquen los derrotados, pero en las planillas. Todo el material que sustenta a las PASO va al tacho, no hay recuento de votos. La verdad irrefutable es lo que dice el conteo de las autoridades de mesa, y al que no le guste, que pase por ventanilla en la justicia electoral o  saque número para tirarse al abismo.

6 pm. Cerraron las puertas de la escuela y a contar el contenido de los sobres. Y a ordenar el corte de boleta y las listas frazada. Un poco de lógica para sumar los tristes votos. En lo armónico del conteo surgió un conflicto inesperado. En una mesa fiscalizada por mujeres, un fiscal partidario de una interna a intendente pone el grito en el cielo. “No puede ser, no existe ni un voto a nuestro candidato. Acá existe tongo”. Acusó a las chicas de robarle la boleta. Hasta que llegaron el gendarme, el policía municipal, la policía de la provincia y dos fiscales más advertidos por los gritos del sujeto. Un morocho pequeño, entrado en canas, asomando su cabeza entre quienes querían mediar en la furia, fue explícito: “Che, gil, si no cuidaste la boleta porque te fuiste a tu casa a tomar mate no jodas.” Eran las nueve de la noche y no se había contado nada, y el tipo ejercía el derecho al pataleo como si su reloj fuera el único válido. La cuestión se resolvió de la siguiente manera: Presidenta de mesa: -Si sigue gritando lo hago detener por alterar el escrutinio. ¿Qué tiene en el morral? ¿Boletas partidarias? Usted intentó colocar boletas en la mesa del conteo y eso es un delito. 

La rata, acorralada, musitó algo con sorna y se retiró. Más tarde volvió a verificar la ausencia de “su candidato”. El argentino es ridículo, festeja (o saluda) con el 11,22% de las mesas escrutadas a la una de la mañana del lunes. 
En el medio: la copiosa lluvia sobre el conurbano, la inundación, el hambre, el narco manipulando la miseria de los desplazados. Y me pregunto: ¿quién se hará cargo de lo terrible hasta las elecciones de octubre? Son dos meses. En dos meses el sufrimiento tiende a la muerte, tanto como se incrementa la sed de venganza del olvidado.

Por último, el kirchnerismo está en el horno apagado: quedó crudo. Debe analizar que la suma de todos aquellos que no lo votaron lo supera ampliamente. La oposición, de manera irrefutable, es mayoría. Incluso, el porcentaje que votó a Julián Domínguez en la provincia de Buenos Aires es improbable que vote a The Morsa como gobernador (lo que los convierte en la moneda de cambio para negociar con quien sea por la supervivencia). Llegó la época de los pactos a espaldas de las boletas partidarias para que los soldados de Cristina queden en la calle. (¿Lo llamarán el “Pacto de Tigre”?)

 Y entonces, a manejar un remís Audi o a cartonear en Puerto Madero. También llegó la época de cadáveres políticos enriquecidos: Giustozzi, Othacehé, Acuña, West, y muchos otros que serán lejanos fantasmas en las verdaderas elecciones, en octubre. La actividad de la selva política entra en su verdadera etapa caníbal y el espíritu de Herminio Iglesias revolotea con furor.

Ya es lunes al mediodía y nada ha cambiado, solo la cifra de una probabilidad. Esto es democracia, donde el vecino cuida la transparencia del voto de otro vecino, pero sin garantizar la calidad del contenido de las boletas partidarias. Ahí existe el riesgo más severo. Pero el argentino es versátil: va del éxito al oprobio sin más trámite.