"La llaman Sciolarquía desde 2013 cuando en Buenos Aires disputaban Sergio Massa y Martín Insaurralde. Hicieron una encuesta que daba empate técnico. Eso no es un error, es una operación". Así habla el consultor Raúl Aragón cuando se refiere a Poliarquía, la encuestadora que vaticinaba una elección muy reñida entre ambos dos años atrás. Las urnas dijeron todo lo contrario.
En los útlimos años, el rol de las encuestadoras quedó en el ojo de la tormenta: acusaciones de manipulación de datos y operaciones a favor de uno u otro candidato. Y también, sin dudas, por la importancia que le dan los medios de comunicación a estos guarismos sospechados de beneficiar a quien financia el trabajo.
"Poliarquía ya se sabe que trabaja para el oficialismo, algunos, yo no lo hago, la llaman ‘Sciolarquía’. Opera para el sciolismo", describió Aragón cuando habló del trabajo de sus competidores en Liberman en Línea (FM Uno 103.1).
"Tecnicamente son muy buenos, pero después hacen algunas picardías con los números", remató.
¿Deben las encuestadoras explicar para quien trabajan? Para Artemio López, de la consultora Equis, es lo mejor que podría pasar: "Es necesario decir los conflictos de intereses que se mantienen, explicar de dónde se financian", sentencia a Perfil.com.
Artemio, en ese sentido, es de los pocos que públicamente se posicionan a favor del kirchnerismo. Para él, "las encuestadoras que no quieren decirlo mantienen la fábula de la objetividad e independencia porque, al no tener solidez en argumentos, se resguardan en la objetividad".
En ese punto, para López también está la responsabilidad de los medios de comunicación que "menoscaban a los que dicen la verdad y le dan lugar a los que pretenden objetividad”.
¿Cuánto influyen en el electorado? Según el consultor, "las encuestas no moderan opinión pública, sino que sirven para instalar candidatos que miden o no miden en momentos de las alianzas". Por último, con un tono irónico habló de las encuestadoras que no están financiadas por la política: "Supongo que debe haber, pero no las conozco".
Según explicó a este portal un candidato que suele pedir encuestas todas las semas, los estados (nacional, provincial o municipal) encargan trabajos de gestión pública a estas empresas para medir la efectividad de alguna campaña social, económica o política. En medio de estos pedidos, suele aparecer algún trabajo privado de campaña. Por eso siempre es más fácil para el oficialismo tener números que lo beneficien, ya que se solventan con dinero público.
Establishment. Para Federico Gonzalez, de la consultora González y Valladares, "desde el deber ser del ciudadano debería estar blanqueado quién financia cada encuesta, pero también hay una lógica del cliente – proveedor con acuerdo de confidencialidad”. “Creo que ahí está el problema que veo, pero no la solución", afirmó.
El encuestador, si bien admitió "cierta razón" en el argumento de Artemio López, dijo que a su colega "se le cuestiona no solo que trabaje para el oficialismo, sino que se presenta declaradamente como un militante" y puso el ejemplo de Poliarquía: "Sabemos para quién trabaja, pero una cosa es que lo diga y otra observar cómo hace los análisis”. “Toma distancia con lo que dice", sostuvo.
González también puso en tela de juicio el rol de los medios que "al momento de consultar la palabra del encuestador vale, pero luego, con el resultado en la mano, nos masacran".
Para él las encuestas influyen de manera categórica en los resultados de las elecciones y puso énfasis en las presiones que reciben "del círculo rojo, del establishment" cuando las encuestas no marcan lo que esperan. "A mí me influyó tanto el vacío que me hizo el mundo del establishment antes del balotaje entre Lousteau y Larreta, todos me miraban mal", señaló y agregó que sintió "miedo" a la hora de publicar las cifras.
Cuánto salen. Según fuentes del mercado, las encuestas domiciliarias que pueden representan a todo el país tienen un costo aproximado de 500 mil pesos. Por cuestión lógica, las encuestas telefónicas son más baratas y existen dos tipos: hechas por un encuestador o por una computadora, conocida como IVR (Interactive Voice Response o Respuesta de Voz Interactiva). La primera, con mil casos encuestados, puede llegar a costar 150 mil pesos, en tanto que la segunda es muy económica, entre 25 mil y 50 mil pesos.
Regulación. En 2009, la ley electoral prohibió la publicación de sondeos ocho días antes de las elecciones. Además, dejó en claro que 30 días antes de la votación, las consultoras debían blanquear si la encuesta había sido encargada por alguno de los candidatos. Sin embargo, según un artículo de La Nación, de los 51 sondeos declarados antes de las elecciones de 2013, más del 60% no fue realizado para ningún partido, sino por cuenta y cargo de las propias consultoras, algo difícil de creer cuando uno habla en off the record con las empresas.
¿Creíbles? Antes del balotaje que enfrentó a Horacio Rodríguez Larreta con Martín Lousteau por el poder de la Ciudad, ninguno de los analistas anticipó una elección reñida: todas las consultoras previeron una diferencia de 10 puntos entre el candidato del PRO y de ECO. Sin embargo, la diferencia final fue de solo 3 puntos.
Quien salió al cruce en Twitter fue Elisa Carrió: "Los encuestadores deberían ir presos por mentirosos", dijo sin vacilar. Fernando Sánchez, quien era candidato a vicejefe de gobierno por ECO, dijo que los encuestadores "nos están vendiendo paco" y agregó que "tenemos que dejar de consumir ciertas cosas". Ernesto Sanz, sentenció: "Al radicalismo le va mejor en las urnas que en las encuestas".
Este portal se comunicó con la encuestadora Aresco y Poliarquía pero no obtuvo respuesta alguna.
(*) De la redacción de Perfil.com.