"¿Es esta la forma de tratar a un ser humano?”, bramaba ella en medio de la plaza, mientras defendía a una de las manifestantes y discutía con la policía. “No voy a hacer declaraciones... ¡voy a hacer denuncias!”, gritaba ante los periodistas, mientras abrazaba a la mujer en medio de gomas quemadas.
El conflicto social fue un dolor de cabeza en los últimos dos meses papara Capitanich, confeso defensor K, cuando integrantes de pueblos originarios de toda la provincia se plantaron frente a la Casa de Gobierno para reclamar alimentos y becas, entre otras demandas. Pero a la decisión deponer orden por la fuerza –en sintonía con lo que hizo el Gobierno nacional la semana pasada en la empresa Kraft– Capitanich tuvo que sumarle otra, más íntima: separar a Mendoza de su cargo y apurar el divorcio.
“Estaban tratando de arreglar diferencias y repartir los bienes con calma, antes de firmar el divorcio en la Justicia”, confió una persona que conoce al matrimonio de cerca.