La Conferencia Episcopal Argentina respondió hoy a la invitación del Gobierno para sumarse al diálogo que impulsa con la oposición, al que en una segunda instancia sumó a representantes comunitarios y religiosos, además de a empresarios y la CGT. De manera sutil, con su estilo pastoral, los obispos marcaron diferencias al destacar que la "solidaridad y la importante intervención del Estado en relación con la dignidad de todos los argentinos no debieran estar ausentes, porque constituyen el marco humano e institucional que aseguran un acuerdo duradero".
Así, pusieron en el tapete la falta de referencias a la cuestión social y a punto estuvieron de señalar que la iniciativa está distanciada de la "sensible realidad nacional". Es oportuno recordar que el año pasado, durante la Semana Social de la Iglesia, hubo un fuerte contrapunto entre el titular de la Pastoral Social, Jorge Lugones, y la gobernadora María Eugenia Vidal. El jesuita le dijo que “están bien los verbos estar y hacer", una referencia a su discurso en el que había destacado la presencia y las acciones que impulsa Cambiemos en el campo social, "pero falta sensibilidad social".
Los obispos también dejaron ver el carácter inoportuno del llamado, cuando indicaron que "la convocatoria" los "encuentra en Roma informando al Santo Padre" acerca de su "tarea pastoral" en sus "diócesis". Y aclararon: "Por unos días estaremos todavía abocados a este trabajo". La propuesta para participar del diálogo abierto por el Gobierno llegó para los obispos argentinos en un momento incómodo.
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El convite coincidió con el arribo del presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), Óscar Ojea, al Vaticano en medio del viaje histórico de los obispos argentinos al Vaticano del Papa argentino. Flaco favor le hizo Cambiemos a los esfuerzos ingentes que hace la Iglesia Argentina para separar a Francisco de los asuntos políticos domésticos. Hablar sobre un tema eminentemente político, a pocos meses de la elección, en medio de la “visita al umbral de los apóstoles” será siempre interpretado como una opinión del primer heredero de Pedro nacido en Argentina.
Por esta razón la carta de hoy buscó marcar una distancia entre la actividad que realizan por estos días y el diálogo político que abrió el Gobierno. Según pudo confirmar este medio, los obispos se enteraron por los diarios de la apertura del diálogo que en un primer momento se restringía a la oposición política. Luego de que se conociera el tema, hubo un contacto previo, de un alto funcionario, antes de que se anunciara en los medios que la iniciativa se extendería a la Iglesia católica, las principales asociaciones evangélicas, la comunidad islámica y la DAIA, junto con la CGT y organizaciones empresarias. Hace un mes, el jefe de Gabinete Marcos Peña se había reunido con la cúpula de la CEA. Según se informó, Peña destacó entonces el diálogo con la Iglesia. Pero nada dijo de la iniciativa que se conocería unas semanas después.
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En la carta se recuerda la Mesa del Diálogo Argentino y se la muestra como ejemplo de la contribución de la Iglesia al diálogo en el país. El ex presidente Eduardo Duhalde, que gestó esa iniciativa junto a monseñor Jorge Casaretto, dijo en diversas entrevistas, al conocerse la iniciativa del presidente Mauricio Macri, que se había hecho mal la convocatoria porque "a la Iglesia era a la primera que había que invitar". Aunque ninguna palabra en el texto lo sugiere, es de esperar que el criterio sea compartido por los obispos a los que la invitación les llegó en un segundo turno, y en un mal momento.
En respuesta a la carta de los obispos, fuentes del Gobierno consultadas por PERFIL agradecieron la respuesta y agregaron: "Coincidimos en la necesidad de generar consensos amplios. Esperamos el regreso de los obispos de Roma para continuar dialogando".