Daniel Scioli se mostró con figuras que enfrentaron traspiés electorales, desde acompañar a Néstor Kirchner en las legislativas de 2009 hasta la más reciente de Miguel Angel Pichetto en Río Negro. Y sin embargo logró hasta ahora atravesarlo sin quedar pegado a la derrota. La imagen que construyó y la capacidad para emparentarse con la idea de gobernabilidad que en la Argentina se asocia en especial al peronismo, a veces justamente y muchas otras sin razón, le permiten por ahora abrazarse a candidatos derrotados y emerger sin dañarse. Una vez más, hoy navegará los resultados de la elección porteña y cordobesa, ambas encabezadas por figuras opositoras, y ningún resultado implicará un golpe directo a sus aspiraciones presidenciales.
La preocupación de Scioli está lejos de los resultados locales, se enfoca más bien en mantener a los votantes independientes sin perder a los kirchneristas. Ese segmento que no aparece en ninguno de los núcleos duros, ni oficialistas ni opositores, es el que finalmente definirá al próximo presidente. Ahí reside la clave de los cuatro meses que separan el presente de la elección nacional. Y es lo que determinará el futuro de Scioli.
Sergio Massa, a quien las encuestas lo muestran ahora en un distante pero resistente tercer lugar, aspira a que la necesidad de contar con los votos independientes termine por regresarlo a la escena principal. Cree que un tercer lugar puede devolverle atractivo como un interlocutor en las futuras negociaciones políticas. No va a abandonar su campaña. Lo sabe su candidato a vicepresidente, Gustavo Sáenz, quien ayer le recriminaba con picardía salteña que por acompañarlo a una visita en San Miguel se perdía el primer tiempo del partido entre Argentina y Chile. Tal vez le ahorró amargura. Hacia los votantes independientes apuntan cada una de sus palabras, como el mensaje por los jubilados que ayer repitió en San Miguel. Hoy visitará Corrientes, donde la lista de legisladores que apoya encabeza las encuestas, y de ahí saltará a Córdoba. Postales para mantener un lugar en la escena.
