POLITICA

La Ley de Medios se encamina hacia el ridículo

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En la película, algo vieja ya, El complot, Mel Gibson encarna a un taxista desquiciado, con un pasado sombrío en una de esas fuerzas especiales de inteligencia política que las películas muestran y que los gobiernos desmienten. Allí, el tipo se lee todos los diarios y revistas, recorta pedazos sueltos de cada uno, rearma la historia y escribe un análisis que envía por correo a algunos pocos lectores (mensaje interno: como diría DiariosobreDiarios, no queda muy claro a quiénes).

Bueno, no soy Mel Gibson, no tengo su fortuna (ni la tendré aunque viva mil vidas), pero sí algo de desquicio como su personaje de El Complot. Y me puse hoy a recortar y pegar algunas de las cosas que estuve leyendo, con la idea de elaborar una síntesis que sirva para algo. No lo logré, pero igual la comparto:

- “Teatro, lo tuyo es puro teatro, pretendido simulacro”, como dice la canción almodovariana que parece aplicar con precisión a la ley de medios, que no pasa de los cambios cosméticos, molestos e innecesarios. Hasta ahora, los televidentes, cual menores de edad dirigidos por sus padres, asistimos a los siguientes cambios reales:

La hora en pantalla de manera permanente. Como si no tuviéramos ya cinco/seis cadenas de noticias que no sólo ponen la hora, si no también la humedad, la temperatura, la sensación térmica y las noticias más importantes del momento sobreimpresas en la pantalla. Ahora, mientras miramos ficción, también tenemos la hora permanentemente. Como si estuviéramos en los 70 y sólo hubiera cuatro canales de aire (en Buenos Aires; en el interior, uno o dos, con suerte).

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El cartel ofensivo de “espacio de publicidad” cuando empieza la tanda de comerciales. Es ofensivo porque… ¿qué se creen? Que los televidentes somos tan estúpidos que no sabemos distinguir una cosa de otra. Además, los intelectuales de Afsca hicieron poner el mismo cartel cuando comienza y cuando termina el espacio de publicidad, por lo que, aún aquellos de pensamiento débil que puedan darse cuenta por sí solos, se verán confundidos. ¿Cuándo empieza? ¿Cuándo termina?

Aún no se cumple, pero si se aplicara la ley de medios, Tinelli y Susana se verían recortados en el interior para dar lugar a las “ficciones” de producción local en el prime time. En la muy buena nota que hizo hoy Laura Ventura en Espectáculos de La Nación, lo explica mejor el director del canal de TV universitario de Córdoba (que, a propósito, ya existía desde antes de la sanción de la ley).

Esteban Falcón, presidente de Canal 10 de Córdoba (de la Universidad Nacional de esa provincia) adelantó que este canal abierto, público y universitario empezó a producir ficciones breves de humor de costo moderado de realización, con cómicos locales. “No estamos en condiciones de enfrentar presupuestariamente una tira de ficción”. Y confiesa que el monto del que dispone tampoco permite tener los humoristas locales de primera línea. “Hacer TV es costoso y la ley no resuelve el interrogante del financiamiento”, opina Falcón.

Entretanto, Adrián Suar, gerente de contenidos del Trece y factótum de Pol-ka, en una nota concedida a LA NACION, publicada el 7 de agosto, opinó: “Que habrá más trabajo es engañoso. Puede pasar lo contrario. Es un titular que suena bien para los oídos, pero tengo miedo de que en la práctica no se cumpla. Producir no es hacer el brindis del estreno. Los costos son muy caros y la rentabilidad es muy chica”.

 - Mariotto reasumió su banca de concejal en Lomas de Zamora, tal como publicó el sitio lapoliticaonline.com. El hombre, a quienes algunos honestamente atribuyen el éxito político de la sanción de la inútil ley de medios, preside la Autoridad Nacional de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), pero también fue electo concejal en 2007 por una fuera política muleta del kirchnerismo, el Partido de la Victoria (que hasta no hace mucho presidía el ex jefe de gabinete, Alberto Fernández). O la aplicación de la ley de medios anda bárbaro y no nos damos cuenta, o anda para atrás y hay que ir viendo dónde uno se reacomoda. Mariotto, que fue decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) y, dicen algunos de mis contactos, limpió a esa casa de estudios de varios buenos profesores, siempre quiso ser intendente de su pago chico. No le será fácil.

Algunos kirchneristas no pierden el entusiasmo con la aplicación de la ley de medios. Es el caso de Eduardo Blaustein que escribió una nota en el hiperkirchnerista dominical Miradas al Sur. Allí, el autor reconoce de entrada lo que siempre dijeron los impulsores sinceros de una nueva ley de medios, que con la redacción apurada con la que salió, era inevitable la judicialización. Nadie renuncia alegremente a sus derechos (y eso lo digo yo). Blaustein se entusiasma con la televisión digital (incluso enumera los canales que ya se pueden ver, casualmente todos atados al Gobierno). No lo critico, pero vuelvo a observar en ese tipo de reflexiones un alto nivel de ingenuidad.

A ver, yo no me opongo a que se vean más canales en el sistema de cable, cosa que va a terminar sucediendo de todas maneras en la medida en que avance la digitalización. Me parece bien que el Estado tenga señales de contenido educativo o divulgación científica o cultural. Lo que no me parece bien es la imposición y a que se pretenda destruir para reconstruir. Creo que no hace falta, que hay espacio para construir sin destruir. Por ejemplo, para que haya alternativas a Cablevisión en el conurbano no hacía falta una nueva ley, como lo reconoció Martín Becerra, intelectual que apoyó la norma, sino que el Estado fomente el surgimiento de nuevos operadores (por ejemplo, licitando nuevas licencias o dando permisos a quienes lo piden).

Lo que pasa es que el kirchnerismo no quiere sólo nuevos jugadores genéricamente hablando, lo que quiere es gente que pueda controlar. Que tengan alguna pata débil (Angel Remigio González en Canal 9, que ya no cumplía con la ley anterior) o que se dejen comprar (como Sergio Szpolski, que hizo de su alquiler al gobierno la base de su fortuna).

Otros ya piensan alternativas que hagan aplicar el espíritu kirchnerista de la ley, que no es otro que destruir a los medios independientes. Para eso, nada mejor que una AFIP arbitraria y cumplidora de las órdenes del jefe. Qué mejor que Ricardo Echegaray, el prolijo ejecutor de órdenes, para mandar a invadir Clarín con 200 inspectores en búsqueda de… ¿Qué encontraron los sabuesos de la AFIP y el ministerio de Trabajo que fueron a Clarín?

Rodolfo Barros, uno de los periodistas que mejor cubrió el tratamiento y la sanción de la ley de medios, cuenta muy bien aquí qué es lo que quieren hacer ahora con la AFIP, dado que la AFSCA no podría, ni cuadriplicando su planta de personal, hacer aplicar la ley. Gabriel Levinas lo decía en su programa de radio hace unos días: “Para hacer cumplir la ley van a necesitar algo así como otro Ejército Argentino”.

En el articulado de la ley algunos ingenuos no lo alcanzaron a notar; cuando vino el decreto de reglamentación, después de varios meses de suspensión judicial de toda la norma, empezaron a aparecer “las viudas de la ley de medios”, que despacito, despacito empezaron a tomar distancia; ahora, ya está claro que la ley tiene nombre y apellido: se llama Grupo Clarín y su reemplazo por medios afines. No apunta a otra cosa. Hasta el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel lo reconoce.

Pero, en fin, si finalmente la ley de medios se termina aplicando tal cual salió (algo que llevará bastante tiempo dado el grado de judialización que sufre ese texto legal, cada vez más claramente lleno de malapraxis jurídicas), ya tenemos algún ejemplo de lo que podría llegar a pasar en ese hipotético futuro: Feliz Domingo para Todos!

*Periodista, extraido de su blog.