Jorge Milton Capitanich se convirtió desde el miércoles pasado en el CEO del Gobierno de Cristina Kirchner. Pero el flamante jefe de Gabinete tiene garantizada su cuota de poder hasta marzo. Hasta entonces, será una suerte de presidente virtual. Supervisará a todos los ministros, articulará las políticas de la administración y mantendrá un nunca visto contacto con la prensa. Su futuro dependerá del éxito que haya tenido en mejorar las variables que debilitaron la marcha de la economía y de la tolerancia de Cristina Kirchner en mantener la delegación de parte del poder presidencial.
“Con el Coqui se terminó eso de pedirle permiso a la Presidenta para todo”, reflexiona una alta fuente de la Casa Rosada. “El se va a ocupar de todo, va a ser un filtro entre los ministros y la Presidenta”, coincide un funcionario con rango de ministro que lo conoce desde hace más de una década. “Todo, él se va a ocupar de todo”, sintetiza.
Por sus problemas de salud y por razones político-afectivas –mientras se mantiene alejada de la exposición pública sube su aceptación en la gente–, Cristina Kirchner delegó la mayoría de las decisiones de la gestión en “Coqui”. Con eso se mantendrá alejada de situaciones que puedan causarle estrés, tal como le aconsejó su equipo médico.
“A él no le van a poder mentir como hacían con ella”, confiesa un funcionario y aclara que muchas veces, a Cristina le llegaban “distorsionados” algunos indicadores de las finanzas, por ejemplo. “El sabe mucho de economía y manda a investigar todo, vive leyendo informes, pide estudios paralelos”, confía el secretario.
De todas formas, son pocos los que creen que el flamante jefe de Gabinete pasará por encima de CFK. Todo lo contrario: esta semana, luego de jurar el miércoles en el Ejecutivo tuvo dos reuniones con ella, el jueves y el viernes cerca de las 17.30hs en Olivos. Pero sí, coinciden, en que ella se respaldará y delegará los temas más importantes en él.
Un ejemplo: Cristina sigue llamando por teléfono a sus funcionarios pero pide menos reuniones, las charlas duran menos y son, en general en horario “laboral”, raro que sean después de las 20hs.
Capitanich tiene otro estilo. Ayer, por ejemplo, llegó a las 8.30 a la Casa Rosada y se retiró cerca de las 19hs. En pleno sábado se reunió con Axel Kicillof y su equipo y con funcionarios de Julio De Vido para analizar la política energética. Otro ejemplo: 24hs después de haber asumido le pidió a cada ministro del Gobierno que presente las metas de su gestión. Les dio diez días y las seguirá de cerca. Es cierto que puede ser una jugada mediática, pero también lo es que su predecesor, Abal Medina, no acostumbraba a exigirle avances tan concretos a sus subordinados.
Además, el propio Capitanich reconoció esta semana que hará pleno uso del artículo 100 de la Constitución, es decir, “Ejercer la administración general del país”. Además, ahora tiene el control del flujo presupuestario no sólo de ministerios sino de los aportes hacia las distintas gobernaciones.
La trastienda. Detrás del desembarco de Capitanich hay un plan que tiene doble objetivo: ordenar la economía y moldear al sucesor que deberá continuar con “el modelo”. En la Quinta de Olivos, Cristina Kirchner interpretó que el oficialismo perdió la elección de octubre por la inflación y el cepo cambiario. Y porque de a poco los efectos de la desaceleración de la economía empezaron a derramarse.
La Presidenta quiere que Capitanich se ocupe de manera urgente de la fuga de dólares. “Si la caída sigue a este ritmo el gobierno no llega a marzo”, diagnosticó, quizá con un poco de exageración, un dirigente K. En los últimos meses cada vez que a CFK escuchaba el nombre de la ex titular del Central, Mercedes Marcó del Pont, se irritaba por completo.
En la Casa Rosada definen al nuevo jefe de Gabinete como un hombre pragmático pero de pensamiento liberal en materia económica. “No va a hacer que el Estado se retrotraiga, pero tampoco que avance”, explica un encumbrado diputado K. Y recuerdan que antes de ser gobernador, Capitanich tenía una consultora que trabajaba con organismos internacionales de crédito.
La entrada de Capitanich al gobierno significó también un guiño al PJ. Es parte de la liga de gobernadores que respaldan al Gobierno. Y es un arma ideal para neutralizar las aspiraciones presidenciales del gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli.